SUPERAR LAS AMENAZAS MUNDIALES II: PAZ

Así como la biodiversidad caracteriza a Abya Yala en lo referido a la naturaleza, parece ser que la paz es lo que la singulariza respecto a las relaciones entre sus países así como al interior de ellos; a diferencia de Europa.

Esta característica responde a una realidad social muy profunda: el basamento de entrecruzamientos y aceptación de diversidades, enraizado en nuestro mismo origen. Tal como expliqué en una nota anterior (1) “no en cualquier lugar del mundo hubo tantas y tan continuas guerras como en el viejo continente, ni en todos lados aparecieron poblaciones auto consideradas superiores a otras, creyéndose con el derecho de eliminarlas”, mientras que “en nuestra identidad indoiberoamericana, prepondera la aceptación de…diversidades y existe hasta cierto grado de atractivo y apego mutuos, en lugar de resentimientos y rechazos profundos”. Esto se debe, entre otras razones, a que nuestros pueblos unieron los diversos conjuntos humanos que los componían – indígenas de diferentes etnias, africanos esclavos y libertos, mestizos de distintos cruces genéticos, criollos independizados, europeos inmigrados, etc. – para afirmarse como tales, lograr su independencia y derrotar a los poderes coloniales ibéricos.

Alcira Argumedo (2) destaca muy claramente que “A diferencia de otras regiones que fueron sometidas por dominios coloniales, en el continente latinoamericano se procesaron múltiples entrecruzamientos de razas, etnias y culturas, dando lugar a una complejidad social y cultural de características inéditas en la historia”. Informa asimismo que “Ya en las proclamas de Tupac Amaru se reconoce la compleja diferenciación social, étnica y cultural en las capas populares y Bolívar o Martí remarcan la original composición de nuestros pueblos, el respeto a las identidades y la búsqueda de lineamientos de unidad, la aspiración de alcanzar una fusión de sangres sin “elegidos” genéticos o culturales que permitiera encontrar sendas comunes de justicia y libertad”.

Simón Bolívar, en los albores de nuestra independencia, asegura que: “nosotros que apenas conservamos vestigios de lo que en otro tiempo fue y que, por otra parte, no somos indios ni europeos sino una especie media entre los legítimos propietarios del país y los usurpadores españoles … nos hallamos en el caso mas extraordinario y complicado”…“Es imposible asignar con propiedad a qué familia humana pertenecemos. La mayor parte del indígena se ha aniquilado, el europeo se ha mezclado con el americano y con el africano y este se ha mezclado con el indio y el europeo … Para sacar de este caos nuestra naciente República, todas nuestras facultades morales no serán bastantes si no fundimos la masa del pueblo en un todo…Unidad, unidad, unidad debe ser nuestra divisa”.

En síntesis, la inmensa y profunda mezcla – material y convivencial – de identidades diferentes en una misma sociedad imperiosamente necesitada de fusionarse internamente, gestó una tendencia cultural muy fuerte a construir una unidad fundada en la convivencia pacífica entre ellas. De hecho, desde inicios del siglo XX a la fecha, mientras en Europa se padecían dos guerras consecutivas entre varias de sus naciones, con extensión planetaria y millones de muertos y heridos, en nuestro subcontinente sólo se registraron cuatro guerras binacionales, muy limitadas en el tiempo, en el espacio territorial y en la cantidad de afectados. Ciertamente, no podemos desconocer las tremendas guerras y matanzas contra los pueblos originarios durante la conquista hispano portuguesa, ni las sublevaciones sociales y guerras de la independencia o las que le siguieron inmediatamente después. Pero lo cierto es que, con la consolidación definitiva de los países indoiberoafroamericanos como tales, los conflictos militares entre ellos y en sus interiores, se redujeron a la mínima expresión. Quizás el último ejemplo claro y contundente de esta valoración y búsqueda de la paz como rasgo subcontinental, haya sido el acuerdo firmado entre Colombia y Venezuela cuando estaban a punto de entrar en guerra, allá por el año 2010; acuerdo impulsado por Néstor Kirchner como Secretario General del UNASUR y apoyado por Luis Inácio Lula Da Silva y el resto de los presidentes latinoamericanos.

En la actualidad, desde varios núcleos de poder mundial se promueven enemistades y conflictos al interior de los países y entre ellos. En nuestro subcontinente, particularmente, generando políticas regionales disociadoras apoyándose hoy en países como Ecuador y Argentina, así como fomentando la intensificación de conflictos internos en cada una de nuestras naciones. Ante tales circunstancias, esta característica propia de Abya Yala a favor de la paz, debe consolidarse y plantearse como la barrera esencial ante tales propósitos. Para lograrlo no solo es necesario reconocerlo públicamente como un rasgo cultural autóctono muy valioso, sino que debe profundizarse, estudiando y detallando sus diversas formas de viabilizarlo en y entre nuestras sociedades. Asimismo debemos resaltar este elemento intrínseco de nuestra identidad en todos los sistemas educativos y de comunicación, así como generar o fortalecer múltiples mecanismos para su implementación en los más diversos aspectos de la vida colectiva y en institucionales regionales, como el UNASUR. Por otra parte Abya Yala, como bloque, debe plantear el tratamiento y la resolución pacífica de los conflictos, como exigencia central al resto de naciones del mundo.

Lic. Carlos A. Wilkinson

(1) Ver GUERRA RUSO UCRANIANA E IDENTIDAD ARGENTINA en chevosquiensos.wordpress.com/2022/04/03/guerra-ruso-ucraniana-e-identidad-argentina/

(2) Alcira Argumedo “LOS SILENCIOS Y LAS VOCES DE AMÉRICA LATINA” pags. 185 y 141.

(3) Bolívar Simón ESCRITOS POLÍTICOS citado por Alcira Argumedo “LOS SILENCIOS Y LAS VOCES DE AMÉRICA LATINA” pag. 34.