PODER MUNDIAL: DECLIVE Y AMENAZA III

Decíamos en la nota anterior(1) que el propósito de acelerar la transición hacia un mundo multipolar, por parte de China, Rusia y otros grandes países del planeta, frente al intento occidental de mantener una unipolaridad moribunda, constituyen el complejo encuadre internacional en el que a Abya Yala le toca desplegar y consolidar su identidad joven y original.

De hecho, la intención occidental de impedir o detener su declive, se traduce en una serie de acciones que constituyen verdaderas amenazas para varias regiones del planeta. Entre ellas, la colosal amenaza hacia nuestro subcontinente; porque la eventual pérdida del dominio occidental sobre Abya Yala, mostraría ante el mundo entero, incuestionablemente, su debilitamiento como bloque de poder preponderante. De esta amenaza y sus diversas facetas, nos ocuparemos en la presente nota.

La faceta amenazante de mayor peso para nosotros en la actualidad, es la económica. Consiste en la utilización de mecanismos financieros, productivos y comerciales, para lograr que nuestros países actúen de acuerdo con los intereses de Occidente – especialmente de E.E.U.U. – y no puedan avanzar en acciones contrarias a ellos. Ejemplos de este tipo de amenaza, hay infinitos; desde la suba de tasas de interés haciendo imposible la toma o devolución de préstamos públicos y privados, hasta la implementación de barreras comerciales muy difíciles de superar para las exportaciones de nuestros territorios, o de reducciones mayúsculas de precios a sus exportaciones, de modo que esos productos no puedan producirse en los países de Abya Yala, pasando por la subordinación de nuestras políticas monetarias a las variaciones de su moneda – dolarización mediante, por caso – o la adquisición directa de tierras, minerales, industrias, etc. existentes en nuestros territorios. Si bien estas amenazas se fundan en una estructura económica tradicionalmente dependiente Europa y Estados Unidos, su activación actual constituye un enorme y riesgoso obstáculo para el surgimiento de una Abya Yala autónoma. Se puede predecir, en efecto, que para detener su declive, Occidente va a intensificar significativamente, de ahora en más, las amenazas arriba detalladas sobre nuestros países. De manera tal que la toma y ejecución de políticas y medidas económicas autónomas, nacionales y/o regionales, se verán si no impedidas, sí enormemente dificultadas en lo inmediato.

Otra faceta amenazadora es la política, consistente en la utilización de las relaciones diplomáticas, las organizaciones regionales, como la OEA, y los tratados, como el UE-MERCOSUR, para “acordar” líneas de acción favorables a Occidente o, en caso de no poder lograrlas, implementar bloqueos y sanciones múltiples contra los países de Abya Yala que no las acepten. Asimismo, esta faceta incluye la promoción, respaldo y/o profundización de las disidencias internas en cada país y entre nuestros países, hasta llegar incluso a apoyar el surgimiento de guerras civiles o entre algunas naciones del subcontinente. No pocas de estas acciones políticas están respaldadas por la posibilidad de intervenciones militares estadounidenses en Abya Yala, apoyándose en sus instalaciones castrenses ubicadas en nuestros territorios o en sus cercanías. Ejemplos de este tipo de faceta amenazante, son, por caso, el intento de impedir que los países del subcontinente incorporen proyectos industriales, científicos o tecnológicos chinos o rusos, los acuerdos de “asistencia militar” estadounidense que significan su intervención directa en políticas públicas y la implementación de castigos, como el prolongado bloqueo de Cuba o las actuales sanciones contra Venezuela. Específicamente, lo que se puede esperar en lo inmediato, más allá de la intensificación de medidas de esta naturaleza sobre cada país, es el intento de regionalizarlas, estableciendo así un marco político-militar sobre el conjunto de Abya Yala, que empantane y obstaculice cualquier intento de incrementar la soberanía sucontinental.

Por último, quizás una de las facetas amenazantes menos visible y más profunda y duradera, sea la que se funda en el desarrollo de acciones de carácter cultural. Consiste en influir por todos los medios de comunicación, educación, capacitación e información posibles, para que nuestras sociedades adopten los valores y formas de vida propias de Occidente. Para concretar esta amenaza, cuentan con un marco histórico social favorable a su cultura y fuertemente penetrado por ella. Pero su adecuación a los paradigmas contemporáneos del poder occidental, les resulta esencial para que la subordinación mental colectiva sea efectiva y actualizada, a la vez que profundiza el rechazo a los valores propios de nuestra Abya Yala. Así, por ejemplo, paralelamente a la promoción del individualismo más acentuado y extendido a todos los aspectos de la vida humana que hoy promueven, impulsan la desvalorización de nuestra tradicional cultura solidaria y comunitaria. Fortalecen de esa manera, además, nuestro miedo a ser lo que somos, obstaculizando cualquier intento sustancial y sistemático de Abya Yala por realizarse de acuerdo con sus propios modos de ver, sentir y actuar en el mundo.

La conjunción coordinada, sistemática y perfectamente organizada en la actualidad de estos tres tipos de amenazas, explican el carácter de colosal al desafío que, como Abya Yala, debemos enfrentar y resolver inmediatamente; para, si así lo deseamos, desplegar y consolidar la identidad joven y original que somos.

Lic. Carlos A. Wilkinson

(1) PODER MUNDIAL: DECLIVE Y AMENAZA II chevosquiensos.wordpress.com/2024/03/18/poder-mundial-declive-y-amenaza-ii/

PODER MUNDIAL: DECLIVE Y AMENAZA II

La insinuante aparición de un mundo multipolar y el declive occidental que mencionáramos en nuestra anterior nota(1), no es un hecho de carácter económico y político solamente; es, en lo profundo, un fenómeno de raíz cultural. Porque el declive de la civilización moderna – gestada e implantada en el mundo por “Occidente” – es lo que facilita su declinación económico política. Esto es así, debido a que las dinámicas y formas de organización económicas y políticas de una sociedad, son elementos derivados de la manera en que ella ve, siente y le da sentido a su actuación en el mundo. Por ejemplo, la priorización de las actividades comerciales planetarias por sobre otras actividades, no existiría si el crecimiento económico no fuera considerado el elemento central de la vida humana en nuestra civilización. Naturalmente, a la decadencia de tales maneras centrales de ver, sentir y ser en el mundo – su núcleo lógico significativo – le acompaña el debilitamiento de todas sus dinámicas y formas de organización, sean económicas, políticas o de cualquier otro tipo. Ahora bien ¿porqué decimos que la civilización moderna está en declive? ¿qué es lo que lo provoca? y ¿cómo se traduce en un debilitamiento político y económico de “Occidente”? Estas son las preguntas que intentaremos responder en esta nota.

El declive de la civilización moderna, se constata al verificar la intensificación de los cuestionamientos a su principio lógico significativo central; aquel que adjudica al crecimiento económico y al incremento constante de bienes disponibles, el sentido de la vida humana. De hecho, últimamente han ido cobrando cada vez más credibilidad y extensión, una variedad de argumentos en contra de los efectos provocados por la aplicación de dicho principio civilizatorio. Desde los crecientes desastres ecológicos, hasta la no menos creciente desigualdad social, pasando por su incidencia en el cambio climático o el vaciamiento consumista de la vida humana, entre otras muchas críticas. Las cuales, al generalizarse y masificarse, debilitan el sentido de la vida central que tiene la civilización moderna y erosionan así, profunda e internamente, todas sus actividades y organizaciones.

Tales cuestionamientos, más allá de su veracidad o no, son el resultado de la evolución que tienen todas las civilizaciones, según considera Pitrim A. Sorokin. Este sociólogo, especializado en el análisis de los grandes complejos culturales, afirma que “Cuando un … sistema sociocultural sube, crece y llega a ser dominante de un modo exclusivo, su parte falsa tiende a crecer, mientras que su parte válida tiende a menguar …. de esta manera el sistema dominante prepara su propia caída”(2). Lo que significa que los cuestionamientos al principio lógico significativo central de la civilización moderna, no son arbitrarios; son las críticas a las consecuencias negativas derivadas de la aplicación extrema de dicho principio. Concretamente, la percepción de continuos desastres ecológicos en distintas regiones y geografías del planeta; de fuertes cambios en las temperaturas, extensas sequías, intensas precipitaciones e inmensas inundaciones mundiales; de la desintegración y violencia social crecientes, ligadas al aniquilamiento de las comunidades y al debilitamiento de las familias; de la concentración de poder en cada vez menos manos, a la vez que la ampliación de poblaciones marginales; del aumento del índice de suicidios en las sociedades desarrolladas y de muchos hechos más, es lo que produce los cuestionamientos al principio lógico significativo central de la civilización moderna.

Ahora bien, esos cuestionamientos al sentido de la vida humana que establece la civilización moderna, no quedan en una crítica genérica y abstracta. Se traducen, más temprano que tarde, en el debilitamiento de sus organizaciones y actividades. Así, por ejemplo, la Organización Mundial de Comercio encuentra cada vez más dificultades para avanzar en un comercio mundial sin barreras, al mismo tiempo que aparecen y se consolidan bloques económicos, cada vez más cerrados al flujo comercial fuera de ellos. De manera que del sistema de comercio mundial “libre y fluido” manejado por occidente, se está pasando a un funcionamiento comercial planetario, fundado en bloques económicos crecientemente importantes, con tendencia al mutuo aislamiento, cuando no a la mutua agresividad. Por su parte la ONU, en tanto organización política institucional mundial, se ve cada vez más vacía de contenido y posibilidades de acción, mientras al G7 – tradicional organización político económica del Occidente dominante – se encuentra enfrentando un BRICS – Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica – en constante crecimiento y fortalecimiento. Las palabras de Biden durante su reciente discurso a la OTAN y los aliados de E.E.U.U. en el Pacífico, estableciendo que “Va a haber un nuevo orden mundial y tenemos que liderarlo”, muestra claramente la conciencia que tiene Occidente del momento mundial que se está viviendo y de la necesidad que tiene de actuar urgente y enérgicamente, para impedir la pérdida de su liderazgo. El analista geopolítico italiano, experto del Club de Valdái, Emanuel Pietrobon, afirmó que

la “aceleración de la transición multipolar está en juego” para Moscú, China y sus aliados, mientras que Washington y Occidente en general intentan prorrogar “la unipolaridad moribunda”. Es en este complejo marco mundial de declive y amenaza occidental junto al surgimiento de nuevos y poderosos bloques mundiales, donde a Abya Yala le toca desplegar y consolidar su original identidad.

Lic. Carlos A. Wilkinson

(1)chevosquiensos.wordpress.com/2024/02/19/poder-mundial-declive-y-amenaza-i/

(2)“Dinámica Social y Cultural” – Pitrim A. Sorokin – INSTITUTO DE ESTUDIOS POLITICOS – Madrid – 1962

PODER MUNDIAL: DECLIVE Y AMENAZA I

Construir una Abya Yala fundada en sus características originales implica superar una serie de obstáculos, tanto internos como externos. En la nota anterior nos concentramos en describir el principal obstáculo interno, al que denominamos “el miedo a ser”(1). En ésta vamos a empezar a tratar el obstáculo externo más significativo a nuestro juicio: el poder que el bloque occidental ejerce sobre Abya Yala. Un poder que, al encontrarse en declive(2), adopta una posición más amenazante que la sostenida hasta la actualidad, en general, y respecto a nuestro subcontinente, en particular. Analicemos esto con una perspectiva más amplia y detallada.

El dominio europeo sobre el planeta comenzó hace aproximadamente quinientos años, cuando ese rincón atrasado y lejano de los centros mundiales importantes de aquel entonces, inició un doble y articulado proceso de conquista planetaria y desarrollo científico-tecnológico. Este doble proceso loconvirtió, primero en dueño del continente americano y de los océanos, luego en dominador de los imperios otomano, pérsico, mogol de la India y chino, llegando finalmente, hacia mediados del 1800, a controlar gran parte de la economía y del territorio planetario. La acumulación y el despliegue del poder mundial europeo, como era de esperar, generó grandes transformaciones sociales, económicas, políticas y culturales a nivel global.

Sin embargo, contra lo que habitualmente se cree, la expansión europea comenzó sobre la base de una fuerte motivación político-religiosa, más que económica. De hecho España, por un lado, y Rusia, por el otro, se lanzaron sobre América y el Asia, respectivamente, en claros y contundentes intentos de ampliar sus imperios y expandir sus religiones – la católica romana en un caso y la cristiana ortodoxa en el otro – además, naturalmente, del pillaje de riquezas. Solo después de estas expansiones iniciales, la ambición de lograr beneficios capitalistas y el desarrollo científico-técnico, tomaron la posta del proceso expansionista europeo. Este cambio lo llevaron adelante, al principio, Holanda e Inglaterra, que impulsaron y sostuvieron el creciente protagonismo de sus empresas comerciales imperialistas, a las que se sumaron luego las de Francia, principalmente y las de Italia y Alemania, secundariamente. Posteriormente, después de su independencia, los Estados Unidos de América y sus empresas, se sumaron a este proceso de dominación mundial, que ya dejó de ser solo europeo para pasar a ser “occidental”.

El protagonismo empresarial capitalista en la conquista “occidental” del mundo, adquirió una potencia inusitada cuando se crearon las sociedades por acciones, que se constituyeron en el eje organizativo central del modelo económico en implementación. Ellas permitieron y promovieron que múltiples personas y entidades tomaran créditos e invirtieran grandes sumas de dinero, corriendo un riesgo mínimo, comparado con el corrido si lo hubieran hecho individualmente. La expansión del crédito, es decir la creación de dinero en función de la confianza en un resultado futuro y la creación de las sociedades por acciones, se potenciaron entre sí; de manera que gran parte de los créditos multimillonarios tomados, se convertían en inversiones de las sociedades por acciones y los resultados obtenidos promovían la toma de nuevos créditos más multimillonarios aún. Produjeron así una verdadera revolución económica al multiplicar al infinito las acciones productivas y comerciales mundiales, dándole a la economía un dinamismo y capacidad transformadora hasta entonces inexistente en la historia de la humanidad. Esta revolución económica fue acompañada de una profunda transformación ética, al establecer públicamente la codicia como una virtud, en contra de lo taxativamente establecido por todas las civilizaciones anteriores a la moderna.

De hecho, la civilización moderna, fijó como su convicción clave, la creencia en el crecimiento económico como bien supremo; bien que se obtiene por el impulso humano individual de aumentar sus beneficios privados. De ese modo se convirtió a los ricos empresarios en la gente más útil de la sociedad, porque son quienes impulsan las ruedas del crecimiento económico, lo cual, supuestamente, beneficia a todos. La oposición a la segunda parte de esta creencia, manteniendo sin embargo la primera, fue la línea de ruptura político ideológica de occidente. Ruptura que dio origen, en su momento, al mundo bipolar en que se enfrentaron E.E.U.U. y la U.R.S.S. con una Europa debilitada y partida en dos. Todos, sin embargo, considerando el crecimiento económico como el bien supremo.

Otro elemento convertido en un componente permanente de la civilización moderna, a partir de su implantación planetaria, fue el establecimiento del cuarteto Empresa-Mercado-Estado-Individuo, como el marco institucional elemental e incuestionable. Sólo a estos cuatro elementos institucionales se les da valor y se les adjudican los papeles básicos a cubrir en cualquier sociedad; papeles que no pueden ser cubiertos por ninguna otra institución que no sea alguna de esas cuatro. Su paulatina pero sistemática imposición, hizo, entre otras cosas, que la antigua familia extendida quedara reemplazada por la familia nuclear, cuando no directamente por el individuo aislado; así como que las comunidades – en tanto conjuntos humanos que compenetraban lo individual y lo colectivo de forma armoniosa – desaparecieran completamente de la vida social moderna.

Es de hacer notar, por último, que otra de las convicciones culturales que estableció la expansión europea sobre el resto del mundo, fue la falsa creencia de que “occidente” fue, es y será el centro dinámico indiscutido del orbe. El lugar ocupado por formaciones humanas de milenario peso y trascendencia histórica, como la egipcia, la persa-iraní, la india, la china, la mesoamericana, la andina, la indonesia y otras, quedó muy reducido, cuando no directamente eliminado. Y tal visión eurocéntrica u occidentocéntrica, se extendió hasta considerar nula o insignificante su potencial influencia sobre la estructuración del mundo presente y futuro. De allí las reacciones profundamente negativas y políticamente irresponsables, ante la insinuante aparición de un mundo multipolar, como veremos en próximas notas.

Lic. Carlos A. Wilkinson

(1) VER chevosquiensos.wordpress.com/2023/11/29/abya-yala-animarse-a-ser/

(2) VER chevosquiensos.wordpress.com/2020/04/20/la-agonia-civilizatoria-i/

y chevosquiensos.wordpress.com/2020/05/09/la-agonia-civilizatoria-ii/

ABYA YALA: ANIMARSE A SER

En la nota anterior dijimos que construir una Abya Yala fundada en sus características originales, implicaba, además de un enorme esfuerzo creativo, superar una serie de obstáculos tanto internos como externos. Uno de los obstáculos internos, quizás el más importante, es el del miedo a ser. Analicemos el origen y significado de este obstáculo.

En primer lugar recordemos que, si consideramos el nacimiento de nuestra sociedad desde el momento en que comenzaron a convivir en estas tierras los pueblos originarios, con los ibéricos y los africanos, tenemos apenas quinientos años de vida. De allí que, con su magnitud poblacional y extensión geográfica, sea la sociedad más joven del planeta. Si a esto sumamos la mezcla emergente de ese encuentro poblacional tan diverso, no solo somos una sociedad joven, sino que, además, somos una sociedad completamente nueva en sus modos de ser; muy diferente a todas las existentes. Esta originalidad y juventud societales nos colocan, igual que a cualquier joven, en la alternativa de desplegar lo que nos es propio o, por el contrario, de seguir sujetándonos a los dictámenes de quienes nos precedieron o nos rodean. Cualquier lector puede, seguramente, identificar el o los momentos de su propia vida, en los que se vio enfrentado a alternativas similares. La decisión sobre cual camino seguir, tiene mucho que ver con la actitud de animarse o no animarse a ser lo que se es.

De hecho, cuando nacimos como sociedad, lo hicimos dependiendo de los dictámenes de dos centros de poder mundial europeos: España y Portugal. Posteriormente, en la medida en que se fueron desenvolviendo en Europa las luchas por el poder planetario, la dependencia del subcontinente, en general, pasó a ser principalmente de Inglaterra y, en mucho menor medida, de Holanda y Francia; para, posteriormente, trasladar la sujeción a los dictámenes de Estados Unidos. La continuidad histórica de esta subordinación a lo largo del tiempo, estableció el convencimiento colectivo de que somos, natural y esencialmente, dependientes de pautas y valores dictados por otros. Tal certidumbre, además, fue y es apoyada por algunas élites nacionales supeditadas al exterior, así como avalada por un sometimiento, socialmente extendido, a los modos de ver, pensar, sentir y valorar “occidentales”. En síntesis, una serie de factores avalan y sostienen una conciencia colectiva desvalorizada de lo que somos, en tanto creemos ser, necesaria y esencialmente, subordinados o dependientes. Dicha creencia entorpece todo intento de afirmar la identidad propia y original, a la vez que genera una actitud profundamente peligrosa: el miedo a ser.

Si deseamos hacer de nuestro subcontinente un conjunto humano con protagonismo y peso propio en el mundo, se torna imprescindible desarrollar una actitud colectiva, enérgica y poderosa, de animarse a ser. Es decir, se requiere contar con una mayoría de la población decidida a cristalizar y profundizar nuestra originalidad, así como a ponerla de manifiesto frente a todo el orbe, porque considera que dicha originalidad es valiosa. Es esta decisión conjunta de aceptar, valorar, desarrollar y manifestar lo propio, en lo que consiste la actitud colectiva de animarse a ser.

Sin embargo, desarrollar colectivamente la actitud de animarse a ser, no es algo fácil. En primer lugar, porque para implantar una actitud nueva, no solo debemos convencernos intelectualmente de su necesidad, sino también aceptarla emocionalmente y decidirnos voluntariamente a adoptarla. En segundo lugar, porque la actitud de animarse a ser, implica una gran cantidad de transformaciones vitales respecto a la vida que estábamos llevando; tales como cambiar ciertas relaciones sociales preexistentes, abandonar algunas actividades y comenzar otras, cuestionar poderes establecidos o gestar organizaciones inexistentes, entre otros muchos cambios importantes. En tercer lugar, porque ese cambio de actitud de carácter central en nuestra vida, debe ser adoptado por tantos miembros de nuestra sociedad subcontinental, como para alcanzar un peso que haga imposible no aceptarla política e institucionalmente.

A pesar de estas dificultades, el cambio de actitud señalado, constituye el cimiento vivo sin el cual cualquier iniciativa de unidad subcontinental resultaría condenada al fracaso. Porque carecería del convencimiento y la energía colectivas necesarias, para impulsar y sostener un proyecto de semejante magnitud y significación. La actitud colectiva de animarse a ser representa, además, una oportunidad inestimable para Abya Yala. Dado que al tratarse de un elemento sociocultural tan profundo, rebasa cualquier ideología o postura política, social, económica o cultural particular, abarcando a su vez todo el territorio y las diversas clases sociales. De manera que el proceso de implantar colectivamente la actitud de animarse a ser, resulta ser un camino profunda y ampliamente unificador de la población y la cultura regional. Lo que lo convierte en un eje central para facilitar la transformación de Abya Yala, en una sociedad subcontinental sólidamente unida e integrada.

Ahora bien, no solo es necesario implantar la actitud colectiva de animarse a ser, para avanzar en la construcción de una Abya Yala fundada en sus características originales, sino que resulta imprescindible hacerlo ya. Para aprovechar tanto la madurez alcanzada por la conciencia actual de unidad subcontinental – a partir de la equivocada aunque útil conciencia latinoamericana (1) – como el descongelamiento del poder planetario occidental y la aparición de una sólida tendencia a la multipolaridad en el mundo. De no poder consolidar colectivamente la actitud de animarnos a ser en un mediano plazo, corremos el riesgo de permanecer sistemáticamente subordinados al poder mundial de turno, sea cual sea éste, así como de quedar definitivamente frustrados en nuestras posibilidades de ser lo que somos: jóvenes y originales.

Lic. Carlos A. Wilkinson

(1) ¿PROGRESO O FLORECIMIENTO? 28 DE Agosto DE 2023

chevosquiensos.wordpress.com/2023/08/28/progreso-o-florecimiento/

EL FLORECIMIENTO COMPLETO DE ABYA YALA

Como expusimos en notas anteriores, para nuestra cultura abyayálica la idea de avanzar tiene más que ver con la noción de florecer, que con la de progresar (1). Y cuando hablamos del florecimiento completo de Abya Yala nos estamos refiriendo, específicamente, al desenvolvimiento y consolidación de aquellas potencialidades que tienen que ver con su manera particular de ser, con su identidad. Es decir, estamos concentrándonos en el desarrollo de aquellas características que son propias y exclusivas de la configuración sociocultural de nuestro subcontinente.

En tal sentido, el florecimiento completo de Abya Yala, consiste entonces en el desarrollo de sus tres características visibles y vigentes (2) – juventud societal, multiplicidad cultural de base y convivencia pacífica – junto al de sus dos rasgos ocultos y no desplegados (3) – vivir la humanidad como parte de la naturaleza y los individuos como parte de la comunidad –. Tales desarrollos implican, fundamentalmente, un intenso accionar en dos direcciones. Por un lado, profundizar nuestra identidad singular, concibiéndonos como una sociedad con energías y características propias originales. Por otro lado, generar un enorme esfuerzo creativo para convertir las modalidades propias de ser en estructuras sociales, económicas, políticas y culturales innovadoras e inéditas.

Para implementar acciones en ambas direcciones debemos:

– Gestar creaciones socioculturales inéditas, integrando los elementos culturales diversos de que disponemos en nuestra cultura abyayálica.

– Crear e implantar pensamientos, sentimientos, acciones y estructuras colectivas nuevas, respecto a las existentes en el mundo actualmente.

– Establecer valores y procederes que aseguren maneras de conectarse pacíficamente, entre poblaciones diferentes de una misma sociedad y entre sociedades distintas.

– Suplantar un trabajo y una economía productivista, con eje en el aumento de la rentabilidad, por un trabajo y una economía natural, centrada en acompañar el desenvolvimiento de la naturaleza en función de cubrir las necesidades humanas imprescindibles.

– Fortalecer el accionar comunitario por sobre el actuar individualista, proyectando el desarrollo individual en función de los aportes que se hagan al conjunto, así como materializando el desenvolvimiento comunitario considerando el aporte al bien de sus miembros.

En consecuencia, el florecimiento completo de Abya Yala requiere un despliegue creativo de grandes dimensiones que, fundado en la combinación creativa de los principios originarios con los adquiridos por la incorporación de poblaciones europeas y africanas, construya una sociedad con instituciones económicas, políticas y sociales originales; una sociedad capaz de presentar al mundo alternativas organizacionales diferentes a las existentes. Concretamente, estamos hablando de una Abya Yala que, fundada en sus características originales, construya un tipo de sociedad diferente a las mundialmente vigentes, aportando hechos y propuestas potencialmente transformadoras de la realidad internacional.

Esto implica realizar un modelo de Abya Yala superior a la idea vigente de lo que somos, así como divergente de los proyectos de unificación regional que se plantearon para el subcontinente, tales como el ALAC, ALADI, MERCOSUR, CELAC, UNASUR, etc. Digo superior al concepto vigente de los que somos, porque supone profundizar en los valores y modalidades de sentir, pensar, actuar y ser propios, derivados de la compaginación cultural de base entre pueblos diversos. Digo superior a los proyectos de unificación regional comerciales e institucionales, porque se requiere una unificación identitaria previa y profunda, que consolide una forma de ser colectiva capaz de motorizar la voluntad política de realización propia y de protagonismo mundial.

Ciertamente, construir este modelo de sociedad abyayálica implica no solo un enorme esfuerzo activo y creativo colectivo, sino también superar una serie de obstáculos tanto internos como externos que abordaremos en próximas notas.

Lic. Carlos A. Wilkinson

(1) ¿PROGRESO O FLORECIMIENTO? Agosto 2023

chevosquiensos.wordpress.com/2023/08/28/progreso-o-florecimiento/

(2) ¿EN QUÉ CONSISTE EL FLORECIMIENTO DE ABYA YALA? Sept. 2023

chevosquiensos.wordpress.com/2023/09/13/en-que-consiste-el-florecimiento-de-abya-yala/

(3) EN QUÉ CONSISTE EL FLORECIMIENTO DE ABYA YALA II. Octubre 2023 chevosquiensos.wordpress.com/2023/10/17/en-que-consiste-el-florecimiento-de-abya-yala-ii/

EN QUÉ CONSISTE EL FLORECIMIENTO DE ABYA YALA II

En la nota anterior mencionamos tres características de Abya Yala que la hacen original, comparándola con otras sociedades mundiales: su juventud societal, la multiplicidad cultural de base en que se asienta y la convivencia pacífica entre sus diversas poblaciones. Existen, además, otras características, que se encuentran arraigadas en el inconsciente colectivo, pero ocultas y obstruidas en su despliegue. Constituyen particularidades con posibilidad de convertirse en realidades efectivas, pero que no lo son, al menos todavía; sobre ellas expondremos en esta nota.

Su carácter, tan arraigado como oculto, se debe a que están ligadas a la relación que los pueblos originarios desarrollaron con el medio natural del subcontinente, así como a la forma de integración interna que generaron a partir de esa relación. La posterior superposición de rasgos socioculturales ibéricos y occidentales en general, impidieron su desenvolvimiento. Pero no pudieron eliminarlas debido a la influencia profunda y permanente, que las peculiaridades del territorio ejercen sobre la cultura de las sociedades. En este caso, sobre las culturas originarias, que posteriormente se trasladaron a la nueva formación cultural de la sociedad abyayálica; la que se gestó a partir de la mezcla entre elementos indígenas, ibéricos y africanos.

El efecto que la configuración geográfica y ambiental en que se habita, ejerce sobre la cultura, es innegable – más allá de que muchas veces no se le otorga la debida importancia – porque es estando inmersos en ese ámbito natural específico, desde donde sentimos, pensamos y actuamos. Inmersión que condiciona fuertemente, cuando no determina, las interpretaciones, significados, normas y acciones comunes que forman la cultura. Más aún, cuando dicho ámbito natural tiene la inmensidad propia de nuestras diversas geografías subcontinentales, con sus pampas, cordilleras, desiertos, altiplanos y selvas infinitas. Las tradiciones que surgieron y se consolidaron en tales condiciones naturales, tienen un fuerte arraigo y permanencia cultural, independientemente de que se traduzcan en estructuras económicas, sociales o políticas.

Dichas tradiciones, enraizadas y ocultas en nuestra cultura abyayálica, son fundamentalmente dos: la de concebir y materializar la humanidad como parte de la naturaleza y la de concebir y realizar los individuos como parte de la comunidad. Veamos esto con más detalle.

La imponente inmensidad de los diversos medios naturales del sub continente, ejerció tal influencia sobre las culturas de los pueblos originarios que estos, en lugar de verse a sí mismos como dominadores de la naturaleza, se concibieron y actuaron como miembros y colaboradores de ella. Es notable que tal forma de verse y actuar se dio tanto en las profundidades de la selva amazónica o del yucatán, como en el altiplano andino, la estepa patagónica, las pampas sudamericanas o las cadenas mesoamericanas; la misma imponencia, aunque de realidades geográficas y ambientales diferentes, provocó el mismo efecto cultural.

Y este sentirse pensarse y conducirse como una parte activa del medio que habitaban, hizo que la base de su relación con el mismo fuera de armonización y de apoyo constante a su equilibrio. De manera que todas las actividades humanas vinculadas a la supervivencia, a la reproducción, al trabajo en general y al agrícola en particular, como a los proyectos constructivos o políticos comunes, tuvieron un significado completamente diferente al que se les dio en otros continentes. Un significado asentado en la idea general de armonía entre las partes constitutivas de la realidad, sostenida a través de una reciprocidad equilibradora entre ellas. Es decir, entendieron que las partes de cualquier todo, intercambian entre sí acciones o bienes que implican no solo un beneficio recíproco, sino la gestación de un equilibrio armónico, estructural y permanente del conjunto. Tal reciprocidad, aplicada a la relación entre la humanidad y la comunidad de los restantes seres naturales, requiere que los medios de vida recibidos de la naturaleza por el ser humano, sean devueltos a ella con bienes o acciones compensatorios de similar magnitud y sentido. Lo que significa, por ejemplo, que el agua, la tierra, o el manto vegetal utilizados para producir alimentos, deben ser devueltos a la naturaleza en cantidades y calidades análogas, libres de contaminación y protegidos, asegurando de esa forma la continuidad del conjunto.

Esta significación central de su visión del mundo, transferida al ámbito social, se tradujo en la construcción de sólidas comunidades, realizadas mediante la armonización de sus miembros entre sí y de estos con el conjunto; ambas fundadas en la exigencia de reciprocidad entre las acciones mutuas.

Ambas características no se han constituido como rasgos vigentes de nuestra sociedad abyayálica, debido a haber sido obstaculizadas en su realización por elementos socioculturales importados e impuestos por los conquistadores y sus continuadores. Sin embargo, como mantienen su profunda inserción en la cultura, resulta imposible eliminarlas o evitar su eventual resurgimiento. Resurgimiento que puede producirse en la medida que el desarrollo de la identidad sociocultural de Abya Yala se profundice y se siga debilitando la capacidad de la civilización moderna para evitar la destrucción de la naturaleza que impulsa. El florecimiento de las mismas produciría cambios muy significativos en las modalidades de vida hoy imperantes en nuestro subcontinente; tales como suplantar el trabajo agrícola productivista por un trabajo agrícola natural (1), o como fortalecer el accionar comunitario por sobre el actuar individualista (2). Dicho florecimiento significaría, además de un despliegue pleno de nuestra identidad, un aporte creativo y trascendental al mundo actual.

Lic. Carlos A. Wilkinson

(1) HACIA UNA ECONOMÍA NATURAL

https://chevosquiensos.wordpress.com Mayo 2021

(2) EL CAMBIO DE MODELO PERSONA-COMUNIDAD

https://chevosquiensos.wordpress.com Enero 2021

¿EN QUÉ CONSISTE EL FLORECIMIENTO DE ABYA YALA?

En la nota anterior dijimos que para nuestra cultura “abyayálica” la idea de avanzar no se corresponde con la idea occidental de progresar, sino con la de florecer. Es decir, con el hecho de desplegar las potencialidades propias; aquellas que están enraizadas en las características originales de lo que somos.

Ahora bien ¿cuáles son las características originales de lo que somos que nos diferencian de otros conjuntos humanos mundiales? y ¿cuáles las potencialidades propias a desplegar, para llevar a la práctica el florecimiento de Abya Yala? Son varias y las iremos describiendo una a una en esta y las próximas notas.

La primera característica de nuestra sociedad subcontinental es su juventud societal. Cuando nos referimos a la juventud societal estamos aludiendo a los pocos años de vida que tenemos como sociedad; bastante menos que casi todas las restantes sociedades del planeta. En efecto, cuando hace apenas cinco siglos atrás, a las sociedades indígenas de nuestro territorio se sumaron las poblaciones ibéricas y luego las africanas, se creó una sociedad completamente nueva, poblacional y socioculturalmente hablando. Dicha sociedad, al ser tan joven, no solo carece de modos de ser colectivos arraigados en prácticas milenarias, sino que está impulsada por determinación biológico-social a gestar formas comunes de pensar, sentir y actuar, propias y novedosas; como todo joven. De manera que la potencialidad propia de esta juventud societal, es la de crear nuevas modalidades colectivas de ser. En consecuencia, su florecimiento consiste en inventar y producir instituciones políticas, económicas, culturales y sociales, inéditas. Dicho en otras palabras, el florecimiento de Abya Yala ligado a su características de ser una sociedad joven, es el de crear e implantar pensamientos, sentimientos, acciones y estructuras colectivas nuevas.

Una segunda característica propia de Abya Yala es la de haber contado desde su origen con una amplia multiplicidad cultural de base, que posteriormente se acrecentó con la continua incorporación de poblaciones culturalmente diferentes a las ya establecidas. Concretamente, a la variedad de culturas indígenas reinantes originariamente en nuestras tierras, se sumaron inicialmente las ibéricas y las africanas, creando una amplia multiplicidad cultural de base. Pero con el correr del tiempo, se fueron agregando cuantiosas poblaciones del resto de Europa y sólidas comunidades asiáticas y africanas, ampliando así la diversidad cultural subcontinental. De manera que la multiplicidad cultural de base y ampliada con que cuenta nuestra tierra es tal que, prácticamente, no existe fracción de la humanidad que nos sea completamente ajena. Dicha variedad cultural compartida le abre a Abya Yala la potencialidad de integrar creativamente elementos culturales diversos. De forma tal que su florecimiento, en este aspecto, consiste en gestar creaciones socioculturales fusionadas, mancomunadoras y, desde ya, totalmente originales.

Una tercera característica propia de nuestra sociedad abyayálica, es la de haber establecido una convivencia predominantemente pacífica entre los múltiples pueblos que se encontraron en estas tierras. No quiero decir con esto que no hubo imposiciones y dominaciones de los conquistadores o criollos sobre los pueblos originarios y los esclavos africanos, ni reacciones de estos contra aquellos. Lo que afirmo es que las mismas, salvo en ocasiones excepcionales, no intentaron la eliminación de los otros, sino alguna forma de coexistencia con ellos. Esta cohabitación relativamente serena del territorio a lo largo de siglos, generó la potencialidad de aceptarse mutuamente e incluso de apegarse unos a otros. De manera que, en este aspecto, el florecimiento de Abya Yala consiste en establecer valores y procederes que aseguren maneras de conectarse pacíficamente entre componentes poblacionales diferentes de una misma sociedad. Modalidad de interrelación sustancialmente diferente a la existente en Europa, como expusimos en notas anteriores (1).

Resumiendo, un camino central del florecimiento de Abya Yala, consiste en establecer relaciones pacíficas y constructivas entre los distintos componentes de la población, e inventar instituciones colectivas nuevas, fundadas en la integración de modos de vida diferentes. Lo cual, teniendo en cuenta los conflictos mundiales presentes y la tendencia creciente a fomentar la agresión e incluso la aniquilación de poblaciones diversas, no es algo menor.

Lic. Carlos A. Wilkinson

(1) Ver “GUERRA RUSO UCRANIANA E IDENTIDAD ARGENTINA” Y “UNA CUALIDAD DE NUESTRA AMÉRICA A DESARROLLAR” 3 y 18 de Abril 2022 chevosquiensos.wordpress.com

¿PROGRESO O FLORECIMIENTO?

Uno de los efectos del occidentalismo superficial que adquirimos en Abya Yala como lo mencionáramos en la nota anterior, consiste en adoptar en el lenguaje propio palabras que expresan lo que Occidente piensa y siente sobre la realidad, incluyendo en ella a nosotros mismos. Esta importación lingüística sobre lo que nos rodea y sobre lo que somos, tiene un efecto significativo sobre la forma en que razonamos y actuamos. Porque hace que nuestro lenguaje, en lugar de facilitar un desarrollo mental y práctico enraizado en nuestra manera propia de ver y sentir el mundo, lo obstaculice; generando, en consecuencia, una incoherencia encubierta entre lo que somos y lo que pensamos o hacemos.

Un ejemplo palpable de esta importación lingüística y consiguiente desvirtuación de la realidad es llamarnos “latinoamericanos”, cuando somos el resultado de una mezcla secular entre pueblos originarios, españoles, portugueses y africanos; o sea, que de latinos propiamente dichos, poco y nada tenemos. Pero el francés Michel Chevalier inventó hacia 1830 el concepto de una América «latina» para oponerlo a otra América «anglosajona». Apoyaba así el interés de Francia por disputarle el poder a Inglaterra y Estados Unidos en el continente americano, a la vez que escondía el pasado hispano o luso americano, incorporandolo a un origen común tan tirado de los pelos, como el hecho de utilizar lenguas derivadas del latín. En la década de 1860 Napoleón III realizó una campaña mundial para resaltar y difundir masivamente ese supuesto origen común, con el fin concreto de convertir al Segundo Imperio Francés en líder cultural y político de América. Dicha campaña hizo que el término «América Latina» fuera aceptado de manera casi universal. Por su parte, la fácil adopción de este nombre por nuestras sociedades, fue para evitar llamarnos hispanoamericanos o lusoamericanos, toda vez que en ese entonces nos encontrábamos en lucha para independizarnos de ambos reinos ibéricos.

Es decir, en síntesis, la palabra con la que nos llamamos a nosotros mismos proviene de una lucha por la influencia y el poder mundial entre tres naciones occidentales. No proviene de considerar lo que efectiva y realmente somos, ni en nuestro origen, ni en nuestro posterior desenvolvimiento. Esta distorsión provoca, por ejemplo, que cuando nos concebimos, lo hagamos considerándonos vinculados a una lejana y extraña Francia y a una mucho mas lejana y extraña Roma. En lugar de considerarnos criollos emergentes de la convivencia secular e integrada entre pueblos diversos, al interior de nuestro subcontinente. El enraizamiento, la proyección y el potencial creativo que nos abre esta forma realista de identificarnos a nosotros mismos, es infinitamente mayor que si nos creemos «latinos».

Lo mismo, aunque mas complicado aún, sucede con la palabra «Progreso». En efecto, tanto la idea como el término mismo, se concibieron en la Europa del siglo XIV, lo que la convierte en una creencia claramente «occidental». Su surgimiento acompañó el nacimiento de la civilización moderna, caracterizada por concentrarse en perseguir el incremento constante de bienes materiales y conocimientos útiles para producirlos y distribuirlos. Razón por la cual se estimó que la esencia del progreso consistía en ese aumento constante de bienes y conocimientos. Fue tan extendida y aceptada esta idea que, a partir de entonces, otro término, el de «avanzar», comenzó a considerarse como un sinónimo de progresar. De manera que todo avance se asimiló al incremento constante de bienes y conocimientos, aunque lo que se pensase y sientiese como avance, no tuviera nada que ver con dicho incremento. En tal sentido, si analizamos profundamente lo que sentimos y pensamos en la cultura abyayalica cuando hablamos de avanzar, veremos que tiene mas que ver con una idea de florecimiento, que con la de progreso. Veamos esto más detalladamente.

La palabra florecer se refiere a la conversión de brotes en flores cuando una planta se arraiga y crece, pero aplicada al ser humano significa poner en práctica nuestro potencial y talentos. En efecto, decimos que florecemos cuando, desplegando nuestras capacidades para alcanzar metas en el medio que nos rodea, nos sentimos satisfechos con lo que somos y lo que vamos logrando. Al igual que sucede con las plantas, supone arraigarnos en nosotros mismos y nuestro medio, para crecer desde allí. La concepción cultural abyayalica de “avanzar” como sinónimo de “florecer”, proviene raigalmente de los pueblos originarios que, como ya vimos en notas anteriores, se sentían y vivían a ellos mismos como partes de una naturaleza que florecía por todos lados y de las más diversas formas. Por su parte, la concepción cristiana traída a estas tierras por los pueblos ibéricos, afirmando la existencia de una “voluntad de Dios” inscripta en cada objeto, persona y sociedad, no resultó contradictoria con la de florecer, al contrario. Más allá de las mil diferencias y conflictos que existieron y existen entre las creencias cristianas y las originarias, en el punto referido al significado de “avanzar” se refuerzan mutuamente. Porque el pensar originario según el cual se “florece” cuando se despliegan las potencias de un ser en su medio, se fortifica con la idea cristiana de concretar lo que la “voluntad de Dios” estableció para dicho ser en sus circunstancias. De manera que no resulta extraño descubrir que la concepción cultural de “avanzar” establecida en nuestro inconsciente colectivo subcontinental, tenga mas que ver con el despliegue de talentos y potencialidades propias en el medio circundante, que con la acumulación creciente de bienes. Lo que implica no solo una profunda diferencia en la concepción sobre lo que es avanzar, sino que se traduce en caminos completamente distintos. Mientras uno se enfrasca en activar los medios para aumentar la cantidad y calidad de bienes disponibles, el otro se concentra en desplegar sus potencias para cumplir los cometidos de su ser en el momento y el medio del que forma parte. Por ejemplo, una cosa es buscar adquirir un auto nuevo todos los años y otra muy distinta concebir hijos como parte de un desarrollo familiar; una cosa es aumentar constantemente el PBI nacional y otra muy diferente es desarrollar una estructura económica diversificada; una cosa es aumentar el ingreso per cápita general y otra construir una sociedad socialmente justa. Son maneras sustancialmente diferentes de avanzar y proyectar el futuro; las primeras buscan progresar, las segundas florecer.

Lo cual, más allá de hacernos avanzar, individual o colectivamente, de maneras muy distintas adquiere, en las actuales circunstancias mundiales, un significado sustancialmente importante para Abya Yala. Porque nos coloca en la disyuntiva de pensarnos y construirnos como un continente que, enraizado en su originalidad, tiene algo propio creativo y diferente para aportar al mundo, o como un productor competitivo de bienes y servicios que se dedique a aumentar el PBI regional.

Lic. Carlos A. Wilkinson

CULTURA Y SUBDESARROLLO

Uno de los equívocos más extendidos que existen sobre nuestra identidad subcontinental – mal llamada latinoamericana – es la de considerarnos “occidentales”.

Ciertamente, la invasión de estas tierras por los pueblos ibéricos y su asentamiento en ellas, nos ligó al mundo denominado occidental, pero no nos hizo parte del mismo. Lo que se debió en gran medida a la diversidad de pueblos originarios que, sobreviviendo a las dominaciones, epidemias, destrucciones y matanzas de la conquista, formaron parte ineludible de nuestra identidad, haciendo que muchos de sus componentes culturales la conformen actualmente. También se debió a que los pueblos ibéricos conquistadores eran marginales a lo que luego se llamó Occidente, ya que no integraron el núcleo de países europeos creadores de la civilización moderna, esencia cultural del mundo occidental. La incorporación masiva y diversificada de población africana a estas tierras, fue otra razón que contribuyó a generar una sociedad con muchos elementos culturales de origen no occidental. Por último, la mezcla de formas de sentir, pensar y actuar de las tres vertientes poblacionales que convergieron y convivieron durante cinco siglos en el territorio común, terminó por configurar una sociedad original que poco tiene que ver con las “occidentales”.

De hecho, nuestra sociedad “abyayalica” nunca asumió como su núcleo cultural central el conjunto de convicciones, principios y anhelos claves del llamado mundo occidental. Lo que sucedió, es que determinados valores y formas de actuar occidentales, fueron adoptadas y difundidas por las clases dominantes, mas como signo de su supuesta pertenencia a “Occidente”, que como creencias y comportamientos auténticos. Por lo cual, algunos de esos elementos occidentales, quedaron superficialmente incorporados a nuestra cultura. Pero, justamente a causa de esa superficialidad, dichos valores, normas y orientaciones occidentales, no se constituyeron en las motivaciones centrales del pueblo, ni tuvieron la potencia necesaria para darle forma a nuestra sociedad; cosa que sí sucedió en la mayor parte de los países Europeos, Canadá, E.E.U.U., Australia y Nueva Zelandia.

Uno de estos valores occidentales claves con poca incidencia en nuestra vida colectiva común, es la ambición de progreso. El progreso, entendiendo por tal el anhelo por incrementar permanentemente bienes y conocimientos útiles para producirlos u obtenerlos, es la motivación colectiva central de Occidente. Motivación que se manifiesta tanto a nivel del comportamiento colectivo, cuanto a nivel de la conducta individual; de manera que insufla, inspira y anima todas las actividades de las sociedades occidentales. Dicho valor, sin embargo, nunca constituyó la motivación social cultural central, ni colectiva ni personal, de nuestra sociedad subcontinental. El hecho que seamos países subdesarrollados, cuando contamos con todas las condiciones necesarias para ser desarrollados, demuestra claramente este aserto. Veamos esto con más detalle.

Con la calificación de “país desarrollado” se designa actualmente a aquellos que han progresado; es decir, a aquellos que han acumulado y siguen agregando a su vida colectiva una cantidad significativa de bienes, de manera que tienen un alto Producto Bruto Interno Per Capita. Habitualmente se adjudica el haber alcanzado esta condición, a un conjunto de factores tales como la disposición de recursos naturales y humanos determinados, la ubicación en lugares centrales de rutas comerciales, el desenvolvimiento de ciertas industrias claves, la participación en sistemas financieros de relevancia, o varias de ellas juntas.

Solo en contadas ocasiones se asigna la causa del desarrollo a la cultura, lo que constituye un tremendo desacierto. Porque si en una sociedad no existe la convicción y la voluntad social de incrementar constante y sistemáticamente la cantidad de bienes disponibles, muy probablemente se mantenga “subdesarrollada”, por mas recursos, ubicaciones, actividades industriales que realice y sistemas financieros en que participe. Y esto es, a mi juicio, lo que ha sucedido con los países que integramos Abya Yala. Difícilmente encontremos en nuestra población una ambición por progresar, de la intensidad y extensión con que se encuentra en los países occidentales. Probablemente la aspiración de ser felices simplemente, o de tener un buen vivir, o de estar armónicamente integrados en familias y comunidades o con el medio ambiente, tengan culturalmente más peso individual y colectivo, que la de generar y adquirir constantemente mayor cantidad y calidad de bienes. Lo cual es bastante lógico, si se tiene en cuenta que ni las culturas originarias ni las católicas ibéricas – que sentaron conjuntamente las bases de nuestra identidad cultural “abyayalica” – inclinaban a tomar el progreso como el fin de la vida.

Nuestro “subdesarrollo” se explica mucho mejor por esta característica cultural, que por cualquier otra causa. Y esto es así porque, quizás, en el fondo de nuestra alma colectiva, aspiramos más a florecer que a incrementar los bienes disponibles. En tal sentido, parece no ser una casualidad el nombre que nuestros ancestros originarios le pusieron al subcontinente, cuando lo llamaron Abya Yala, es decir, “Tierra en Florecimiento”. En la próxima nota expondremos las diferencias culturales profundas que existen entre progresar y florecer, así como las diversas consecuencias e implicaciones que ambas conllevan.

Lic. Carlos A. Wilkinson

IDENTIDAD COMÚN POCO CLARA Y NO APRECIADA

A pesar de estar formada por países autónomos y hasta aislados a lo largo de dos siglos, la conciencia de tener una identidad común, ha ido creciendo y consolidándose en Abya Yala durante los últimos decenios. Tendencia que se incrementará durante los tiempos por venir, a medida que se intensifique la comunicación entre nuestros pueblos y que las circunstancias geopolíticas mundiales continúen incitándola a unirse.

Sin embargo, el hecho de tener conciencia de nuestra identidad común, no significa que tengamos claro en qué consiste esa identidad y mucho menos entraña que la apreciemos. Como decía en una nota anterior (1) en Abya Yala no contamos con ese “american way of life” que define y valora positivamente lo esencial de la identidad común estadounidense.

Ahora bien, el hecho de no tener una identificación precisa y clara del modo de vivir, no significa que no se tenga una manera de ser común, original y netamente distinta a la de otras sociedades. Significa, sencillamente, que no se han identificado ni sintetizado conceptualmente los elementos esenciales que definen ese modo de vivir. E implica, a su vez, que no se la ha podido apreciar debidamente, por no conocerse con claridad cuales son sus características definitorias.

Consecuentemente, con el fin de consolidar y fortalecer la propia cultura, se impone identificar los elementos que constituyen la esencia de nuestra forma “abyayalica” de sentir, pensar y actuar en el mundo. Para empezar a hacerlo, nada mejor que destacar aquellos hechos que incidieron de manera determinante en la formación de nuestra comunidad regional.

En tal sentido, el primer hecho significativo, es que su base humana se constituyó reuniendo tres grandes poblaciones cultural y socialmente muy diferentes entre sí: los pueblos originarios con su propia y heterogénea pluralidad, los dos pueblos ibéricos invasores y los múltiples pueblos africanos trasplantados. Estos tres núcleos poblacionales fueron muy numerosos, de manera que la diversidad poblacional resultante fue de una dimensión numéricamente inexistente en otro lugar del planeta; es decir, no existe otra sociedad mundial que en su composición poblacional de origen, haya tenido una multiplicidad sociocultural cuantitativamente comparable a la nuestra. De ahí que Abya Yala, la “Tierra en Florecimiento” americana, se haya constituido, desde su origen, como una sociedad culturalmente múltiple. Lo que no es un hecho menor porque, como veremos más adelante, este hecho será la causa profunda de algunas características claves de su identidad.

El segundo acontecimiento significativo, es que la unificación de dichas poblaciones, gestando una sociedad nueva, se produjo hace sólo quinientos años, otorgándole a la misma una juventud de la que carece la mayoría de las sociedades del resto del mundo. Lo que significa, como señaláramos en una nota anterior (2): “por un lado, que no posee, como conjunto social, tradiciones que la aten a formas de pensar, sentir y actuar arraigadas en y por prácticas milenarias; … por otro lado…que al ser una sociedad joven, tiene casi la determinación biológico-social de generar maneras de pensar, sentir y actuar propias”. Lo cual, constituye otra característica que también tiene consecuencias directas sobre nuestro perfil identitario.

El tercer hecho importante en la constitución de nuestra sociedad subcontinental es el mestizaje, es decir, la cruza o mezcla de elementos provenientes de poblaciones y culturas diferentes. En efecto, la coexistencia durante algo más de cinco siglos de pueblos y formas de sentir, pensar y actuar colectivas diversas, generó distintos procesos combinatorios y tuvo diferentes resultados. O bien se fortaleció un pueblo o una forma de vivir, a costa de la desaparición del otro/a; lo que sucedió en varios casos a favor del pueblo y las formas de vida ibéricas, a costa de los originarios y africanos. O bien se mantuvieron ambos/as, sea equilibradamente, sea que haya habido una parte dominante y otra resistente, apegada fuertemente a los suyo; lo que sucedió en muchísimos casos. O bien, por último, se gestó un nuevo pueblo o una nueva forma de sentir, pensar o actuar, conjugando o integrando elementos de las partes intervinientes; lo que sucedió en la inmensa mayoría de los casos, especialmente en la ciudades, sobre todo a medida que fueron creciendo y avanzando en su historia urbana común. De manera que cuando hablamos de mestizaje, nos estamos refiriendo al resultado sociocultural de un grandioso y multidimensional proceso de conjugación entre pueblos y maneras de vivir diversas. Lo cual, obviamente, detenta una importancia mayúscula en la formación de nuestra identidad común.

Teniendo como base estos tres hechos constitutivos, nuestra “Tierra en Florecimiento” americana o Abya Yala fue generando, a través de diferentes procesos, sus propias maneras colectivas de sentir, pensar y actuar en el mundo, o sea su identidad común y original. En las próximas notas iremos exponiendo algunos de estos procesos y las maneras de ser colectivas que produjeron.

Lic. Carlos A. Wilkinson

(1)“CULTURA Y PODER EN ABYA YALA” – Junio 2023 –

https://chevosquiensos.wordpress.com

(2)“CARACTERÍSTICAS PROPIAS DE NUESTRA ABYA YALA I” – Mayo 2022 – https://chevosquiensos.wordpress.com