PODER MUNDIAL: DECLIVE Y AMENAZA II

La insinuante aparición de un mundo multipolar y el declive occidental que mencionáramos en nuestra anterior nota(1), no es un hecho de carácter económico y político solamente; es, en lo profundo, un fenómeno de raíz cultural. Porque el declive de la civilización moderna – gestada e implantada en el mundo por “Occidente” – es lo que facilita su declinación económico política. Esto es así, debido a que las dinámicas y formas de organización económicas y políticas de una sociedad, son elementos derivados de la manera en que ella ve, siente y le da sentido a su actuación en el mundo. Por ejemplo, la priorización de las actividades comerciales planetarias por sobre otras actividades, no existiría si el crecimiento económico no fuera considerado el elemento central de la vida humana en nuestra civilización. Naturalmente, a la decadencia de tales maneras centrales de ver, sentir y ser en el mundo – su núcleo lógico significativo – le acompaña el debilitamiento de todas sus dinámicas y formas de organización, sean económicas, políticas o de cualquier otro tipo. Ahora bien ¿porqué decimos que la civilización moderna está en declive? ¿qué es lo que lo provoca? y ¿cómo se traduce en un debilitamiento político y económico de “Occidente”? Estas son las preguntas que intentaremos responder en esta nota.

El declive de la civilización moderna, se constata al verificar la intensificación de los cuestionamientos a su principio lógico significativo central; aquel que adjudica al crecimiento económico y al incremento constante de bienes disponibles, el sentido de la vida humana. De hecho, últimamente han ido cobrando cada vez más credibilidad y extensión, una variedad de argumentos en contra de los efectos provocados por la aplicación de dicho principio civilizatorio. Desde los crecientes desastres ecológicos, hasta la no menos creciente desigualdad social, pasando por su incidencia en el cambio climático o el vaciamiento consumista de la vida humana, entre otras muchas críticas. Las cuales, al generalizarse y masificarse, debilitan el sentido de la vida central que tiene la civilización moderna y erosionan así, profunda e internamente, todas sus actividades y organizaciones.

Tales cuestionamientos, más allá de su veracidad o no, son el resultado de la evolución que tienen todas las civilizaciones, según considera Pitrim A. Sorokin. Este sociólogo, especializado en el análisis de los grandes complejos culturales, afirma que “Cuando un … sistema sociocultural sube, crece y llega a ser dominante de un modo exclusivo, su parte falsa tiende a crecer, mientras que su parte válida tiende a menguar …. de esta manera el sistema dominante prepara su propia caída”(2). Lo que significa que los cuestionamientos al principio lógico significativo central de la civilización moderna, no son arbitrarios; son las críticas a las consecuencias negativas derivadas de la aplicación extrema de dicho principio. Concretamente, la percepción de continuos desastres ecológicos en distintas regiones y geografías del planeta; de fuertes cambios en las temperaturas, extensas sequías, intensas precipitaciones e inmensas inundaciones mundiales; de la desintegración y violencia social crecientes, ligadas al aniquilamiento de las comunidades y al debilitamiento de las familias; de la concentración de poder en cada vez menos manos, a la vez que la ampliación de poblaciones marginales; del aumento del índice de suicidios en las sociedades desarrolladas y de muchos hechos más, es lo que produce los cuestionamientos al principio lógico significativo central de la civilización moderna.

Ahora bien, esos cuestionamientos al sentido de la vida humana que establece la civilización moderna, no quedan en una crítica genérica y abstracta. Se traducen, más temprano que tarde, en el debilitamiento de sus organizaciones y actividades. Así, por ejemplo, la Organización Mundial de Comercio encuentra cada vez más dificultades para avanzar en un comercio mundial sin barreras, al mismo tiempo que aparecen y se consolidan bloques económicos, cada vez más cerrados al flujo comercial fuera de ellos. De manera que del sistema de comercio mundial “libre y fluido” manejado por occidente, se está pasando a un funcionamiento comercial planetario, fundado en bloques económicos crecientemente importantes, con tendencia al mutuo aislamiento, cuando no a la mutua agresividad. Por su parte la ONU, en tanto organización política institucional mundial, se ve cada vez más vacía de contenido y posibilidades de acción, mientras al G7 – tradicional organización político económica del Occidente dominante – se encuentra enfrentando un BRICS – Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica – en constante crecimiento y fortalecimiento. Las palabras de Biden durante su reciente discurso a la OTAN y los aliados de E.E.U.U. en el Pacífico, estableciendo que “Va a haber un nuevo orden mundial y tenemos que liderarlo”, muestra claramente la conciencia que tiene Occidente del momento mundial que se está viviendo y de la necesidad que tiene de actuar urgente y enérgicamente, para impedir la pérdida de su liderazgo. El analista geopolítico italiano, experto del Club de Valdái, Emanuel Pietrobon, afirmó que

la “aceleración de la transición multipolar está en juego” para Moscú, China y sus aliados, mientras que Washington y Occidente en general intentan prorrogar “la unipolaridad moribunda”. Es en este complejo marco mundial de declive y amenaza occidental junto al surgimiento de nuevos y poderosos bloques mundiales, donde a Abya Yala le toca desplegar y consolidar su original identidad.

Lic. Carlos A. Wilkinson

(1)chevosquiensos.wordpress.com/2024/02/19/poder-mundial-declive-y-amenaza-i/

(2)“Dinámica Social y Cultural” – Pitrim A. Sorokin – INSTITUTO DE ESTUDIOS POLITICOS – Madrid – 1962