NUESTRA CULTURA FRENTE AL MUNDO POR VENIR

En la nota anterior dijimos que la configuración final del mundo futuro dependería, en gran medida, de quien triunfara en la confrontación que estamos viviendo, entre lo que podríamos llamar el Occidente Atlántico y el Oriente Indo Pacífico. Asimismo, afirmamos que en caso de triunfar el primero, nos encaminaríamos a una intensificación de los rasgos de la civilización moderna, mientras que, de ganar el segundo, se establecería una configuración dependiente de las peculiaridades los vencedores. Identificar los atributos de ambas configuraciones futuras para analizarlas en relación a las particularidades socioculturales de nuestra Tierra en Florecimiento Americana, o Abya Yala, es lo que intentaremos hacer en la presente nota.

La intensificación de los rasgos centrales de la civilización moderna se traduciría en las siguientes tres realidades.

En primer lugar, en la materialización absoluta de la rentabilidad del capital y de la posesión y consumo de bienes, como los únicos motores válidos de la dinámica social y del “progreso” humano. Esto implicaría, además de valorar toda actividad humana sólo en función de su contribución a disminuir gastos o aumentar beneficios, la desvalorización y persecución, cuando no la eliminación, de aquellas que no lo hagan. Así, por ejemplo, una reunión de amigos, un ejercicio de meditación, la organización de una agrupación humana reivindicativa de las culturas originarias, o protectora del medio ambiente natural, podrían caer en esta última categoría y resultar atacadas.

En segundo lugar, en la ampliación al máximo, en cantidad y calidad, de seres humanos sueltos – que no es lo mismo que libres (1) – de ínfima conexión personal con otros y sin ninguna noción de pertenencia a una comunidad humana, ni mucho menos a la naturaleza. El “estado de aislamiento colectivo” y la “pantallización de la existencia”, de que habla Eric Sadin (2) se refieren, precisamente, a esta segunda realidad futura. Realidad que, en su extremo, puede generar en la humanidad millones de personas con “hikikomori”, el comportamiento detectado por Tamaki Saito en Japón, consistente en encerrarse en una habitación y vivir pegados a la televisión, los video juegos e internet, durante meses o años, repudiando todo contacto humano, incluso con sus familiares más cercanos y, desde ya, con la vida natural.

En tercer lugar, dándole una cobertura político institucional a las dos realidades anteriores, la implantación de la infocracia, que estriba, según Byung Chul-San (3), en el manejo de la información como sistema de dominación y control, por parte de grupos de poder y comunicación concentrados. Estableciendo y legitimando, de esa manera, una democracia ficticia, fundada en la manipulación mediática para determinar el comportamiento del público votante.

Por su parte, los atributos de un mundo derivado del triunfo de la segunda alternativa, serían probablemente algunos de los siguientes.

En primer lugar existiría una diversidad mas o menos amplia, pero diversidad al fin, de las formas organizativas e institucionales interiores de cada sociedad. En la mayoría seguirían predominando la rentabilidad del capital y el consumo de bienes como los motores básicos de la sociedad. Pero en varias de ellas, la libertad el capital privado se vería limitada por una fuerte acción Estatal o Supraestatal – probablemente de carácter regional – y se fomentarían actividades orientadas a integrarse a la naturaleza y a fortalecer las identidades y soberanías propias, aunque no contribuyeran a aumentar la rentabilidad del capital. Paralelamente, surgirían y se desarrollarían, con mayor o menor fuerza, ideas, acciones, valoraciones e instituciones, completamente distintas y hasta opuestas a aquellas que establecen el crecimiento de la economía como el eje central del progreso humano.

En cuanto al aspecto específicamente social, si bien se mantendrían una gran cantidad de seres humanos “sueltos y aislados” – como herencia de la configuración anteriormente descripta – crecerían aceleradamente reagrupamientos sociales de diverso tipo; territoriales, laborales, culturales, barriales, comunales, deportivos, medioambientales, naturales, etc. Agrupamientos que no sólo se incrementarían, sino que adquirirían cada vez más peso en las decisiones y actividades de las sociedades.

Por último, este mismo peso, así como la variedad de formas organizativas e institucionales que se establecerían, impactarían en los regímenes políticos. En varios casos se generarían algo así como autocracias consultadoras, mientras que en otros se avanzaría hacia democracias más o menos participativas, en tanto perderían influencia la infocracia y sus democracias reducidas a votaciones mas o menos manipuladas.

Hasta tanto se establezca alguno de los dos modelos mundiales en pugna, es decir, mientras esta confrontación se vaya desenvolviendo, nuestra Tierra en Florecimiento Americana, o Abya Yala, tendrá la posibilidad de realizar modificaciones en su propia configuración socio económica y cultural. A causa de las oportunidades que generará la flexibilización en la estructura de poder mundial, provocada por el mismo conflicto; oportunidades muy reducidas hasta el momento actual, en razón de las imposiciones producidas por la bipolaridad o la unipolaridad que dominaron el poder mundial.

En este sentido, si bien se nos considera adscriptos a “Occidente”, nuestra cultura no participa de gran parte de las creencias, sentimientos, acciones e instituciones de éste, ni se alinea íntegramente con las posturas contrarias a él. Nuestra situación en este aspecto es bastante compleja. Porque todas nuestras sociedades están constituidas por lo que podríamos llamar dos países diferentes y hasta opuestos; de manera que mientras una parte de nosotros mismos adhiere a las pautas de la civilización moderna occidental, otra no solo discrepa sino que se opone a ellas, afirmándose en pautas propias. De hecho, por ejemplo, la idea de que la rentabilidad del capital y el consumo de bienes son la clave del “progreso” humano, no es algo de lo que estemos absolutamente convencidos, ni mucho menos, todos los miembros de nuestra Abya Yala; una gran masa de nuestra población piensa muy diferente. Relacionado con esto, mientras un sector puja por la libertad incondicional de los mercados, otro insiste en el control estatal de la economía en función de otros objetivos. Algo similar sucede con el fenómeno de vivir solitaria y aisladamente, que si bien crece en ciertos ámbitos de clases medias y altas, se encuentra superado ampliamente por el incremento de agrupaciones humanas en otros ámbitos de clases medias y bajas. Por último, el régimen político democrático es bastante endeble en nuestras tierras. En alguna medida por los constantes y reiterados fraudes ejecutados por los poderosos, con su consecuente pérdida de credibilidad. En otra medida, por el surgimiento de masivos, fuertes y activos movimientos populares, que le dan al mismo un cariz que supera, amplia y profundamente, lo establecido en las pautas occidentales de este sistema político. De manera que nuestra postura como conjunto social sub-continental, no coincide ni discrepa plenamente con ninguno de los rasgos que cada una de las configuraciones alternativas mundiales propone. Pero no por oponerse en conjunto y unificadamente a ellos, sino por no tener nosotros mismos, posturas comunes frente a dichos rasgos.

Quizás, lo que nos está planteando nuestra ambivalencia en esta etapa tan determinante y definitoria de la humanidad futura, es si no habrá llegado el momento de definir, de una vez por todas, lo que somos y queremos ser. Porque, mas temprano que tarde, la necesidad de tomar una decisión profunda sobre nuestra original identidad y llevarla adelante, se tornará ineludible. De esta necesidad y la forma de satisfacerla trataremos en próximas notas.

Lic. Carlos A. Wilkinson

(1) Carlos Wilkinson ¿Hombres libres o sueltos y enemigos? Febrero 2020

https://wordpress.com/post/chevosquiensos.wordpress.com/660

(2) Eric Sadin “La era del individuo tirano” CAJA NEGRA EDITORES

(3) Byung Chul-San “Infocracia. La digitalización y la crisis de la democracia”. TAURUS