¿SOMOS SOCIOS O MIEMBROS DE UNA COMUNIDAD?

La diferencia entre los términos sociedad y comunidad parece superficial; pero, en realidad, señalan realidades sociales completamente diversas y hasta, en algunos aspectos, claramente opuestas.

En efecto, cuando hablamos de sociedad, aludimos a una entidad humana formada por un conjunto de socios; y ser socios o asociados hace referencia, implícita o explícitamente, a un contrato. Es decir a un acuerdo racional entre dos o más personas en el que se fijan propósitos comunes, así como derechos y obligaciones mutuas; y que, como todo contrato, puede romperse por la voluntad de las partes.

Por el contrario, cuando hablamos de comunidad nos referimos a un agrupamiento humano cuya conjunción está fundada en lo que sus miembros, como conjunto, tienen de común: un cúmulo de vivencias y experiencias colectivas compartidas; una historia, una geografía y una cultura unificadoras; así como una pertenencia objetivamente indiscutible a esa unidad. Es una pertenencia que se impone, a causa del complejo emocional y mental que deviene de compartir experiencias, situaciones y realidades comunes; y que se traduce en un formar parte de algo, que va mucho más allá de nuestra razón, de nuestra voluntad y de cualquier contrato.

No somos socios de nuestra familia, ni de nuestro pueblo o barrio; tampoco somos socios de nuestro grupo de amigos, ni de nuestro país. Somos integrantes o miembros de la comunidad familiar, barrial, amical o nacional. Sí somos socios de un negocio, o de una medicina prepaga, o incluso de un club. Aunque no pocas veces los estrechos marcos contractuales de la asociación a un club, terminan siendo superados por la comunidad deportivo recreativa creada, haciendo que el carácter de “socio de” se disuelva y quede incluido en el más amplio y comunitario “integrante de”.

Toda comunidad, ciertamente, implica un mínimo de normas racionales mas o menos explícitas, que podrían considerarse parecidas a contratos. Pero nunca una sociedad, como trama de contratos racionales, va a poder eliminar y sustituir a una comunidad, en tanto conjunto de miembros vinculados por vivencias y elementos comunes compartidos.

Sin embargo, eso es lo que el proceso de desarrollo de la sociedad moderna – que echa sus raíces en la revolución colonial, mercantil e industrial europea – pretende llevar adelante: convertir todas las comunidades en sociedades mercantiles, cuyo vínculo central es la relación contractual entre “socios”.

Sustentando conceptualmente este proceso, se encuentra la ideología del individualismo en su máxima expresión: aquel que hace creer a las personas que todo lo que consiguieron es producto exclusivo de sí mismos; como si pudiera concebirse la existencia y las realizaciones de cualquier persona humana, sin el concurso de los múltiples lazos comunitarios que el conjunto social al que pertenece, le provee; engendrándola, criándola, alimentándola, enseñándole, sosteniéndola, circundándole con ámbitos de acción más o menos organizados y, finalmente, hasta enterrándola.

Pero en el trasfondo práctico del mismo, existe algo más preocupante aún: la necesidad de destruir todos los vínculos comunitarios, para, sobre sus despojos, implantar contratos entre socios mercantiles; vaciados de todo otro valor que no sea el interés económico particular de cada parte. Esta necesidad se traduce en el ataque que, de mil formas distintas, están sufriendo las comunidades de todo tipo en el mundo actual, porque su destrucción posibilitará montar en su lugar, sin ningún límite, sociedades … mercantiles.

Por eso debemos afirmar la conciencia de que somos miembros de comunidades humanas. Solo resistiendo la socialización mercantilista y reconstruyendo nuestras comunidades, podremos enfrentar con posibilidades de éxito el avasallamiento de que están siendo objeto, en este momento, los pueblos y sus recursos, por parte de las corporaciones financiero especulativas mundiales. Desde las comunidades de base, como las familias, los pueblos y los barrios, pasando por las comunidades nacionales y regionales, hasta llegar a la gran comunidad planetaria de la humanidad. Entidad claramente opuesta a la sociedad mercantil global en que están tratando de convertirnos.