CÓMO TRANSFORMAR EL ESTADO

Decíamos en la nota anterior (1) que para encaminarnos hacia la nueva civilización del CUIDAR…NOS, resultaba imprescindible, transformar el Estado que nos impuso la civilización moderna.

Para hacerlo correctamente, se debe utilizar un método de cambio de la realidad humana diferente al que nos inculcó la civilización actual y sus antecesoras europeas. Un método que consiste en detectar las contradicciones de una situación y enfrentar los polos opuestos de las mismas, hasta anular a uno de ellos, cambiando así la realidad previamente existente. Este método de transformación se funda en una manera de concebir la realidad muy propio de lo que se llama el mundo occidental – desde Grecia hasta nuestros días – al que podríamos denominar la ley de la confrontación. Su principio básico es la anulación de las contradicciones por medio de la lucha que elimine uno de los polos opuestos. Estriba en afirmar que las contradicciones que existen en la realidad, muy especialmente las que existen en la realidad social, se encuentran en lucha permanente y su única resolución, es que una de esas fuerzas en pugna, anule a la otra, transformando de ese modo la realidad. De hecho, una infinidad de confrontaciones, conquistas, guerras, competencias e imposiciones, claramente visibles a partir del inicio de la expansión europea sobre el resto del mundo, son una muestra práctica del uso de este método de transformación de la realidad. Lo que estamos diciendo, en términos específicos, es que no es necesario profundizar las contradicciones del Estado moderno, hasta que éste entre en crisis, para terminar imponiendo un nuevo Estado o forma de organización política de la sociedad.

Una manera de cambiar la realidad completamente diferente – muy utilizada por los llamados imperios agrícolas de regadío, tanto americanos como asiáticos, así como por infinidad de comunidades ancestrales – es el que se funda en lo que podríamos llamar la ley del equilibrio, siendo su principio básico la armonización de los opuestos. Concibe que las contradicciones existentes en toda realidad, incluida la realidad social, se encuentran en complejas relaciones de oposición y, a la vez, de complementación entre los diversos polos y fuerzas diferentes que la componen. De manera que el camino para transformar la realidad, pasa por articular lo diverso y opuesto, reforzando las integraciones y equilibrios, las armonías y consensos, como forma de cambiar la realidad sin eliminar ninguno de sus elementos componentes, pero modificando las relaciones entre ellos. El Vicepresidente boliviano, David Choquehuanca, expresó claramente esta forma ancestral de ver la realidad, cuando dijo en su discurso de asunción: “el cóndor levanta vuelo solo cuando su ala derecha está en perfecto equilibrio con su ala izquierda”.

Consideramos que para transformar el Estado republicano democrático representativo no hay que acentuar sus contradicciones y buscar su eliminación. Lo que sí hay que hacer, es modificar el gran desequilibrio de poder existente entre los individuos sueltos y las estructuras políticas, en este tipo de Estado. Fortaleciendo aquellos elementos que lo transformen en un Estado Comunitario: las organizaciones libres el pueblo y su participación directa en la toma de decisiones políticas.

Las organizaciones libres del pueblo, son uniones mas o menos estructuradas de miembros del pueblo que, detectando necesidades y/o aspiraciones comunes, deciden actuar conjuntamente para satisfacerlas; razón por la cual, justamente, se las llama libres, ya que sus fines los establecen sus propios miembros. Una sociedad vecinal, un centro cultural, un club barrial, un sindicato, una cámara de comerciantes, son algunos de los muchos ejemplos que se podrían dar de estas organizaciones. Al constituirse como tales, sus miembros superan el carácter de individuos sueltos cuya única función política consiste en votar. Porque al incluirse en unidades sociales que definen intereses comunes y generan demandas y propuestas sobre la comunidad en general, se convierten en sujetos políticos colectivos.

La participación directa de estas organizaciones libres del pueblo en la elaboración y toma de decisiones sobre las políticas y acciones del Estado, es el otro elemento que hace falta desarrollar y convertir en institución pública, para terminar de montar un Estado Comunitario Participativo. Una forma de organización política de la comunidad que, conservando su carácter republicano, democrático y representativo, le agrega el protagonismo popular organizado, perfeccionándola. Ejemplos muy parciales, rudimentarios y poco desarrollados aún, de instituciones públicas que establecen la intervención de las organizaciones libres del pueblo en las decisiones de la comunidad, son los Convenios Colectivos de Trabajo, el recientemente creado Consejo Económico Social o los Consejos Comunales en las Comunas de la Ciudad de Buenos Aires.

Lic. Carlos A. Wilkinson

(1) TRANSFORMAR EL ESTADO del 8 de Febrero de 2012  https://chevosquiensos.wordpress.com

TRANSFORMAR EL ESTADO

El cambio del modelo de relación entre las personas y la comunidad, que expusimos en la nota anterior (1), tiene relación directa con la transformación del tipo de Estado que ha montado e impulsado la civilización moderna.

En efecto, la civilización aún dominante nos ha inculcado e impuesto una forma de organizar políticamente las sociedades, como si fuera la mejor y la única posible: la república democrática representativa. Un Estado regido por leyes y gobernado por tres poderes (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) cuyos miembros son, en su mayoría, elegidos por el voto más o menos masivo de los ciudadanos, de quienes se convierten en representantes. Este tipo de Estado no solo no es el único posible, sino que no es necesariamente el mejor. De hecho, la humanidad ha desarrollado muchas y muy variadas maneras de organizar el poder de decisión colectivo; desde las de los clanes, con un lugar especial de decisión para los descendientes directos de los fundadores, hasta las comunitarias, con especial énfasis en los intercambios y consensos colectivos, pasando por los imperios con complejos y variados sistemas decisorios territoriales, las monarquías con sus reyes y reinas más o menos absolutistas, las oligarquías con las decisiones tomadas exclusivamente por parte de los poderosos, etc. Por otra parte, un tipo de Estado que puede ser el mejor en determinadas situaciones, no lo es en otras; la división de tres poderes en un clan no parece lo mejor, como tampoco que los descendientes de los fundadores tomen las decisiones en una compleja nación actual.

Pero sobre la base de su carácter republicano y democrático representativo, lo que caracteriza de fondo al modelo de Estado Moderno, es que se estructura sobre la base de un conjunto de funcionarios políticos y administrativos que deciden e implementan las acciones del aparato estatal, por un lado, y por el otro, de una masa de ciudadanos cuya función política exclusiva es votar a los funcionarios electivos.

Más allá que el voto sea obligatorio o voluntario y si lo que se vota es un programa político o decisores para que hagan lo que ellos creen conveniente – como lo plantea la doctrina democrática schumpeteriana – lo cierto es que la población no toma parte en la elaboración de las decisiones políticas concretas y la mayoría de la veces, tampoco en las generales. Si a esto sumamos que el voto es un acto absolutamente individual y que en este tipo de Estado no se contempla, en ningún momento ni aspecto, la intervención de organizaciones del pueblo en la toma de decisiones, queda muy clara la conexión entre esta estructura estatal y el modelo de personas sueltas y comunidad disociada, que vimos en la nota anterior. En efecto, este modelo de Estado no solo valora y refuerza la condición de persona suelta, al establecer el voto individual y secreto como única forma de participación popular en las decisiones, sino que no considera ninguna posibilidad de que el pueblo organizado intervenga, orgánica y directamente, en la elaboración de las decisiones políticas, con lo que el carácter comunitario del Estado se diluye totalmente.

Por lo cual la transformación del Estado que debe llevar adelante la nueva civilización del CUIDAR…NOS, debe realizarse en función de incrementar el predominio de lo comunitario y del interés común, sobre lo individual y el interés particular. Para lograrlo debe promover la organización y participación política directa del pueblo, como tal, en las decisiones políticas. Es decir un Estado que, más allá de contar con votaciones y representantes, debe tomar las decisiones políticas con el protagonismo directo del pueblo organizado en su elaboración y en el posterior control de su implementación.

La participación de las organizaciones libres del pueblo en las decisiones políticas, modifica sustancialmente las características del Estado Moderno. Porque incorpora el poder del pueblo – superior a las individualidades y compensatoria del poder de las oligarquías – en el proceso de toma de las decisiones. Esta transformación no anula la regencia de las leyes, ni elimina los tres poderes y su separación, ni anula las votaciones en las que se eligen los representantes. Aunque sí amplía el horizonte de intereses y aspiraciones que se consideran en la elaboración y sanción de las leyes, modifica la dinámica relacional de los tres poderes y genera una obligatoriedad mucho más intensa y exigible, sobre el carácter de servidores públicos que deben tener los representantes electos y funcionarios.

La cuestión a dilucidar es cómo se lleva adelante esta transformación del Estado Moderno; de eso nos ocuparemos en la próxima nota.

Lic. Carlos A. Wilkinson

(1) Ver en https://chevosquiensos.wordpress.com Nota “EL CAMBIO DEL MODELO PERSONA-COMUNIDAD” del 21 de Enero de 2021