LA TETRARQUÍA DEL SOMETIMIENTO

El affaire D’Alessio, puso de manifiesto una operatoria política novedosa. Llamar “banda” a los integrantes de esta operatoria y resaltar su fin de pillaje, no es otra cosa que encubrir su verdadero significado: la articulación de los poderes de inteligencia, mediáticos y judiciales, con objetivos políticos perfectamente definidos. Antes y durante su gobierno, el macrismo se apoyó en tal articulación, con no pocos buenos resultados. A esa conjunción de poderes nos referíamos cuando en la nota anterior (1) decíamos que la oligarquía local “redefinió sus vínculos exteriores y modificó, a través y por iniciativa de estos, sus herramientas para incrementar, acceder y mantener el poder. Modificación que se encuadra en un novedoso programa de sometimiento societal”.

Es que la actual forma de dominación mundial – a las que el nombre de neocolonialismo le queda viejo y chico – constituye una realidad nunca experimentada hasta el presente. Una realidad en la cual los conductores de inmensas corporaciones político-financieras planetarias, ejercen una opresión despótica sobre los estados y sus pueblos; apropiándose de sus recursos y provocando grandiosas injusticias y desigualdades en su interior.

Para sostener dicha realidad en las actuales circunstancias institucionales mundiales – en las que las democracias son aceptadas como las únicas formas de gobierno legítimas – se puso en práctica esa novedosa articulación entre cuatro poderes, a la que llamaremos la tetrarquía del sometimiento. Engranaje que se ajusta perfectamente a las democracias actualmente vigentes en el mundo. Las que se encuentran, hoy por hoy, muy deterioradas como sistemas institucionales destinados a materializar la voluntad popular. A causa de la aplicación masiva del marketing a las campañas electorales para manipular las ideas de la sociedad sobre los candidatos y de la presión que las grandes concentraciones económicas ejercen, después de las elecciones, sobre los ocupantes de los cargos electos.

¿En qué consiste esta tetrarquía del sometimiento? En la combinación planificada y sistemática de operaciones de inteligencia, difusión pública y acciones judiciales, con objetivos políticos definidos. El blanco puede ser una persona, un sector social, una organización y hasta una política pública dada. Establecido el mismo, la inteligencia elabora, planifica y dispara uno de sus característicos bien pensados planes destinados a amedrentarlo, desprestigiarlo y debilitarlo, o animarlo, fortalecerlo y enaltecerlo, según corresponda. Los medios y redes se encargan de proyectar y difundir aquellos elementos del plan destinados a instalarse como verdad indiscutible en la opinión pública. Finalmente, el aparato judicial convalida jurídicamente la creencia popularizada, mediante reconocimientos, impedimentos, condenas o sobreseimientos. Si bien algunas de estas herramientas son nuevas por sus componentes tecnológicos, lo realmente novedoso es la articulación planificada y sistemática de los cuatro poderes en estas operaciones tetrárquicas; así como la intensidad de su utilización.

La cantidad de estas operaciones desarrolladas en el país los últimos años y el hecho de registrarse iguales procedimientos en muchos países del mundo, nos habla de un mecanismo político nuevo. Un mecanismo que fue preparado paso a paso desde hace tiempo, para ejecutarse en las repúblicas democráticas representativas, como lo fue, en su momento el mecanismo del terrorismo estatal.

En efecto, durante las décadas anteriores, cuando la legitimidad cultural de la democracia no estaba tan establecida, la metodología de golpes con terrorismo de estado, fue preparada mediante la formación de mandos militares y dirigentes políticos, económicos y sociales en la doctrina de la seguridad nacional contra el “comunismo”, a la vez que se los iba promoviendo a posiciones de poder; posteriormente, tales mandos y dirigentes fueron apoyados logísticamente para dar esos golpes y ejecutar el terrorismo estatal. De manera similar, actualmente, se fue formando a innumerables jueces, fiscales, periodistas, políticos y otros dirigentes, en la doctrina meritocrática, ubicando al “populismo” como el enemigo mortal. Paralelamente, se facilitó y apoyó la consolidación de monopolios mediáticos en cada país y se impulsó la conexión mutua y la ubicación de dichos periodistas, políticos, fiscales y jueces en posiciones de decisión. Pero al mismo tiempo – y esto resulta absolutamente fundamental de apreciar y comprender – se fueron centralizando los servicios de inteligencia mundiales, bajo la conducción estadounidense, inglesa e israelí, desde donde se reconfiguraron y hasta privatizaron los centros de inteligencia nacionales, elemento clave en el armado de las operaciones terárquicas locales.

Así se instaló esta novedosa forma de ejercer el poder, que el establishment político financiero mundial ideó y puso en práctica. Sin embargo, el protagonismo popular creciente, sea a través de elecciones o insurrecciones, demuestra que, al menos en nuestra América, tales mecanismos no fueron tan eficaces; obligando a sus creadores a utilizar nuevamente la fuerza de manera descarada, o a ver fisurar su dominio.

(1) LOS IMPULSORES DEL MACRISMO 30 de Septiembre de 2019