EN QUÉ CONSISTE EL FLORECIMIENTO DE ABYA YALA II

En la nota anterior mencionamos tres características de Abya Yala que la hacen original, comparándola con otras sociedades mundiales: su juventud societal, la multiplicidad cultural de base en que se asienta y la convivencia pacífica entre sus diversas poblaciones. Existen, además, otras características, que se encuentran arraigadas en el inconsciente colectivo, pero ocultas y obstruidas en su despliegue. Constituyen particularidades con posibilidad de convertirse en realidades efectivas, pero que no lo son, al menos todavía; sobre ellas expondremos en esta nota.

Su carácter, tan arraigado como oculto, se debe a que están ligadas a la relación que los pueblos originarios desarrollaron con el medio natural del subcontinente, así como a la forma de integración interna que generaron a partir de esa relación. La posterior superposición de rasgos socioculturales ibéricos y occidentales en general, impidieron su desenvolvimiento. Pero no pudieron eliminarlas debido a la influencia profunda y permanente, que las peculiaridades del territorio ejercen sobre la cultura de las sociedades. En este caso, sobre las culturas originarias, que posteriormente se trasladaron a la nueva formación cultural de la sociedad abyayálica; la que se gestó a partir de la mezcla entre elementos indígenas, ibéricos y africanos.

El efecto que la configuración geográfica y ambiental en que se habita, ejerce sobre la cultura, es innegable – más allá de que muchas veces no se le otorga la debida importancia – porque es estando inmersos en ese ámbito natural específico, desde donde sentimos, pensamos y actuamos. Inmersión que condiciona fuertemente, cuando no determina, las interpretaciones, significados, normas y acciones comunes que forman la cultura. Más aún, cuando dicho ámbito natural tiene la inmensidad propia de nuestras diversas geografías subcontinentales, con sus pampas, cordilleras, desiertos, altiplanos y selvas infinitas. Las tradiciones que surgieron y se consolidaron en tales condiciones naturales, tienen un fuerte arraigo y permanencia cultural, independientemente de que se traduzcan en estructuras económicas, sociales o políticas.

Dichas tradiciones, enraizadas y ocultas en nuestra cultura abyayálica, son fundamentalmente dos: la de concebir y materializar la humanidad como parte de la naturaleza y la de concebir y realizar los individuos como parte de la comunidad. Veamos esto con más detalle.

La imponente inmensidad de los diversos medios naturales del sub continente, ejerció tal influencia sobre las culturas de los pueblos originarios que estos, en lugar de verse a sí mismos como dominadores de la naturaleza, se concibieron y actuaron como miembros y colaboradores de ella. Es notable que tal forma de verse y actuar se dio tanto en las profundidades de la selva amazónica o del yucatán, como en el altiplano andino, la estepa patagónica, las pampas sudamericanas o las cadenas mesoamericanas; la misma imponencia, aunque de realidades geográficas y ambientales diferentes, provocó el mismo efecto cultural.

Y este sentirse pensarse y conducirse como una parte activa del medio que habitaban, hizo que la base de su relación con el mismo fuera de armonización y de apoyo constante a su equilibrio. De manera que todas las actividades humanas vinculadas a la supervivencia, a la reproducción, al trabajo en general y al agrícola en particular, como a los proyectos constructivos o políticos comunes, tuvieron un significado completamente diferente al que se les dio en otros continentes. Un significado asentado en la idea general de armonía entre las partes constitutivas de la realidad, sostenida a través de una reciprocidad equilibradora entre ellas. Es decir, entendieron que las partes de cualquier todo, intercambian entre sí acciones o bienes que implican no solo un beneficio recíproco, sino la gestación de un equilibrio armónico, estructural y permanente del conjunto. Tal reciprocidad, aplicada a la relación entre la humanidad y la comunidad de los restantes seres naturales, requiere que los medios de vida recibidos de la naturaleza por el ser humano, sean devueltos a ella con bienes o acciones compensatorios de similar magnitud y sentido. Lo que significa, por ejemplo, que el agua, la tierra, o el manto vegetal utilizados para producir alimentos, deben ser devueltos a la naturaleza en cantidades y calidades análogas, libres de contaminación y protegidos, asegurando de esa forma la continuidad del conjunto.

Esta significación central de su visión del mundo, transferida al ámbito social, se tradujo en la construcción de sólidas comunidades, realizadas mediante la armonización de sus miembros entre sí y de estos con el conjunto; ambas fundadas en la exigencia de reciprocidad entre las acciones mutuas.

Ambas características no se han constituido como rasgos vigentes de nuestra sociedad abyayálica, debido a haber sido obstaculizadas en su realización por elementos socioculturales importados e impuestos por los conquistadores y sus continuadores. Sin embargo, como mantienen su profunda inserción en la cultura, resulta imposible eliminarlas o evitar su eventual resurgimiento. Resurgimiento que puede producirse en la medida que el desarrollo de la identidad sociocultural de Abya Yala se profundice y se siga debilitando la capacidad de la civilización moderna para evitar la destrucción de la naturaleza que impulsa. El florecimiento de las mismas produciría cambios muy significativos en las modalidades de vida hoy imperantes en nuestro subcontinente; tales como suplantar el trabajo agrícola productivista por un trabajo agrícola natural (1), o como fortalecer el accionar comunitario por sobre el actuar individualista (2). Dicho florecimiento significaría, además de un despliegue pleno de nuestra identidad, un aporte creativo y trascendental al mundo actual.

Lic. Carlos A. Wilkinson

(1) HACIA UNA ECONOMÍA NATURAL

https://chevosquiensos.wordpress.com Mayo 2021

(2) EL CAMBIO DE MODELO PERSONA-COMUNIDAD

https://chevosquiensos.wordpress.com Enero 2021