EN UN TIEMPO DE DEFINICIONES SUSTANCIALES

En una nota de abril del 2017(1),cuando a muchos todavía les parecía que el macrismo haría posible solucionar los problemas económicos y hasta sociales de la Argentina, decíamos: “Por dura que parezca la predicción siguiente, afirmamos que estas cuatro políticas centrales de los gobiernos oligárquicos (subordinación del desarrollo de las fuerzas productivas propias a los intereses internacionales,  ejecución de políticas en contra del bienestar popular, justificación de las mismas por la necesidad de implantar modelos “modernos” y cumplimiento con esos modelos solo en la medida en que favorezcan los intereses elitistas) son las que ejecutará el gobierno de Macri. Con una condición adicional, las va a aplicar con toda fuerza y determinación porque es la primera vez en que la oligarquía llega al gobierno electoralmente desde 1916 … No puede desaprovechar esta oportunidad porque el fracaso de este gobierno… pondría seriamente en duda la continuidad del poder oligárquico hacia el futuro. Por eso estas políticas serán más drásticas, si se quiere, que las ejecutadas por anteriores gobiernos oligárquicos… Y… la violencia tanto psicológica como física que se ejercerá sobre la población crecerá hasta límites que hoy consideramos imposibles, sorprendiéndonos con métodos y mecanismos…  aún desconocidos”.

Previamente en otra nota,(2) luego de haber analizado el eje central de la lucha de poder que se da en el país, habíamos planteando que “la estrategia de los grupos de poder populares debe, necesariamente, consistir en articular los intereses de las clases media empobrecida y baja y, sobre esa base… incorporar incluso los intereses de algunos sectores de la clase media enriquecida y de la clase alta que… se verán afectados. Para realizarla, el gran desafío que tienen por delante estos grupos es generar un proyecto de país compartido y entusiasmante para las mayorías, que ponga como sus valores centrales la búsqueda del beneficio común más amplio posible, la unidad de los argentinos, la superación de las estigmatizaciones y odios y la acumulación de logros”. Terminábamos preguntándonos “¿Está la dirigencia no elitista en condiciones de gestarlo, proponerlo a la sociedad y llevarlo adelante?” y nos contestábamos: “El tiempo lo dirá”.

Finalmente en una nota de Diciembre del 2018(3) decíamos, refiriéndonos a los cacerolazos del 2001, que “aquel 19 y 20 de Diciembre el pueblo asumió un papel independiente y de exigencia frente a los dirigentes, declarándose en estado de asamblea. Un estado de asamblea que… vuelve a aparecer una y otra vez, porque implica un cambio profundo en la actitud de la ciudadanía respecto a ella misma y a sus representantes” quienes “será preciso que hagan un hondo cambio de mentalidad y tomen una clara actitud de diálogo real y trabajo conjunto con las organizaciones populares. Priorizando su compromiso con las necesidades y aspiraciones populares, por encima de sus diferencias e intereses parciales, tanto personales como partidarios”.

Estas tres descripciones  encuadran claramente las fuerzas que definen la situación actual del país y su perspectiva futura: un macrismo crecientemente dependiente y destructor, una dirigencia no elitista incapaz de gestar aún un proyecto alternativo por encima de sus diferencias y un pueblo cada vez más protagonista y exigente. Según cómo se desenvuelvan e interactúen entre sí estos tres elementos en el futuro inmediato, será la configuración y el destino de la nación durante muchos años.

Lo más factible es que el gobierno macrista intente profundizar la dependencia y destrucción del país conocido, apelando a todas sus posibilidades. Desde obtener respaldo financiero internacional, hasta ejercer una violencia creciente contra el pueblo con medios e incluso tropas probadas y especializadas en otras partes del planeta, pasando por eliminar voces y liderazgos disidentes, por intensificar la manipulación mediática masiva y por utilizar artilugios y acciones judiciales de todo tipo, inconcebibles hasta la actualidad.

Asimismo, es probable que el pueblo vaya desarrollando un protagonismo creciente, cada vez más variado, múltiple e intenso, en la resistencia a las medidas gubernamentales. Este accionar, independientemente de su natural dispersión, irá adquiriendo formas organizativas populares múltiples y abarcativas inéditas y presionando fuertemente a las dirigencias de todo tipo – desde económicas hasta eclesiásticas, pasando por las sindicales y sociales, pero especialmente a las políticas – para que actúen a favor de resolver sus necesidades y demandas inmediatas, así como sus perspectivas de fondo y de futuro.

Por último, es presumible que se vayan gestando varios reagrupamientos dirigenciales, hasta configurar dos macro bloques que expresen las grandes orientaciones que vienen encaminando alternativamente el país, hacia un lado o hacia el contrario, desde hace tiempo. Por un lado, el modelo de país “externalizado”, pensado y construido de acuerdo con la mirada y los intereses de los centros mundiales dominantes. Por el otro, el modelo de país “internalizado”, pensado y construido de acuerdo con la mirada e intereses de las partes arraigadas y emergentes del país al que pertenecen (4).

¿Qué puede pasar? Una alternativa muy probable es que el poder establecido conforme un bloque dirigencial solidificado en torno a la orientación externalizada y, con fuertes apoyos externos, logre desarmar la resistencia popular organizada, mediante violencias físicas abiertas y encubiertas, intervenciones judiciales a sus asociaciones y manipulaciones mentales masivas. Otra posibilidad – la más probable a mi juicio – es que la presión popular más o menos organizada,  impulse la configuración de un bloque dirigencial de orientación internalizada, que plantee y avance en los primeros pasos de un proyecto de  transformación nacional  sustancial y definitiva. Una tercera alternativa, aunque con muy baja probabilidad de concreción, es que se reacomoden y equilibren momentáneamente las fuerzas en juego, de manera que todo siga más o menos igual, sin resolución de los problemas profundos que el país viene acarreando desde hace casi dos siglos.

Todo parece indicar, sin embargo, que nos acercamos a un tiempo de definiciones de fondo para la nación, pasado el cual nos encontraremos con un país muy distinto al conocido; para bien o para mal.

 

(1) Qué se puede esperar del macrismo

(2) Elementos de la grieta a modificar II: el poder

(3) Los cacerolazos llegaron para quedarse

(4) Elementos a modificar para superar la grieta I: los intereses