HACIA UN MUNDO MUY DIFERENTE

En la nota anterior dijimos que actualmente se está desenvolviendo una confrontación de fondo entre dos modelos mundiales a seguir. Uno, dominante aunque en proceso de declinación, hegemonizado por EEUU y expresado por el neoliberalismo, así como sustentado y activado por el sistema financiero especulativo concentrado. Otro, en proceso de ascenso, liderado por China y Rusia, fundado en fuertes organizaciones superestatales, con desarrollos científico-técnicos, militares, productivos y comerciales crecientes. Existe un tercer modelo, todavía en gestación, que no interviene directa y activamente aún en este conflicto, por lo cual lo trataremos en una nota posterior.

La existencia de esta confrontación, se puede constatar en el hecho de que apenas finalizó el período mas intenso de la pandemia, se desató la guerra entre Rusia y Ucrania, a la vez que comenzó a activarse el conflicto de China por Taiwan, así como a promoverse varios conflictos más en Europa Central, África y Medio Oriente. Se inició así un período de guerra permanente, aunque desplegada en distintos momentos y localizaciones planetarias, adquiriendo por primera vez en la historia humana, el carácter de una guerra realmente mundial; no como las dos grandes guerras europeas, mal llamadas mundiales.

La confrontación arriba señalada tiene un actor protagónico principal constituido por EEUU y sus aliados, creador, impulsor y sostenedor de la civilización moderna desde hace siglos (1), partícipe mayoritario de la actual concentración mundial de poder y beneficiario mayor del sistema financiero especulativo, recientemente implantado en el planeta. Este actor está siendo y sintiéndose amenazado por el surgimiento y crecimiento de otros actores independientes y de peso, capaces de disputarle, en mayor o menor medida, su poder y sus beneficios. Razón por la cual está buscando consolidar al máximo su posicionamiento planetario, a la vez que impedir u obstaculizar el crecimiento y fortalecimiento de otros actores relevantes. Por su parte Rusia y China – hasta el momento los dos protagonistas más enfrentados con el actor principal – están intentando fortalecerse y expandirse, al mismo tiempo que limitar los avances de EEUU y sus aliados. En caso de complementarse entre sí y unificarse de alguna forma frente al actor principal, pueden acelerar su declinación y dejar abierto el futuro a un mundo con características difíciles de pronosticar; debido, entre otras cosas, a la diversidad de actores que intervendrán en su construcción. Si, por el contrario, el actor principal se impone, se intensificarán hasta puntos también difíciles de imaginar, las orientaciones básicas de la civilización moderna; es decir, nos encaminaremos hacia un planeta más capitalista, más individualista, más consumista y ambientalmente más deteriorado que el actual, así como con mayor concentración del poder y desigualdad social creciente.

Esta confrontación, a su vez, está ligada a la desaparición tanto del unipolarismo como del bipolarismo, al mismo tiempo que al crecimiento y fortalecimiento constante del multipolarismo. De hecho, el multipolarismo socio económico y cultural – base del político – es hoy una realidad incuestionable. Polos societales humanos como India, Indonesia y países del sudeste asiático, Rusia, China, las naciones árabes del Golfo Pérsico, América Latina y la misma África, constituyen un conjunto de centros de la actividad económica, social y cultural de la humanidad, imposible de retrotraerse a una simple organización política mundial uni o bipolar.

De manera que la configuración del mundo en el que estamos entrando, no solo presenta, desde ahora y hacia el futuro, un largo período de guerra global con localizaciones territoriales dispersas y temporalmente asincrónicas. También se orienta hacia un incuestionable destino organizativo multipolar, aunque de características tan difíciles de desentrañar como las formas institucionales políticas, económicas, sociales y culturales, que se establecerán a partir del resultado de la confrontación. Lo cierto es que cualquiera sea ese resultado, el mundo resultante será muy diferente al que conocemos y estamos habituados a vivir.

Ante este panorama es legítimo que nos hagamos por lo menos un par de preguntas. Primera: ¿qué probabilidad hay de que el núcleo lógico significativo de la civilización moderna se fortalezca, se debilite o sea suplantado por otro? Segunda: ¿qué posibilidad existe de que la actual estructura de poder concentrado y la configuración social desigual se incrementen, se reduzcan, o se modifiquen sustancialmente?

Con respecto a la probable marcha del núcleo lógico significativo de la civilización moderna, estimo que es muy difícil que se fortalezca, porque la conciencia sobre los daños que produce – tanto a nivel social como ambiental – ha crecido y se ha profundizado lo suficiente, como para impedir que los principios básicos de dicha civilización se fortifiquen (2). En este sentido, lo previsible es que la crítica y el cuestionamiento a los mismos, se intensifiquen y difundan masivamente, debilitándolos cada vez más. Sin embargo, este debilitamiento, por más intenso que sea, no asegura el surgimiento de otro núcleo lógico significativo capaz de suplantar al de la civilización moderna.

Por otra parte, también según mi criterio, existe poca posibilidad de que, a mediano y largo plazo, el poder concentrado y la desigualdad social – tanto a nivel global como al interior de cada sociedad – aumenten mucho más de lo que lo están en la actualidad; aunque en el cortísimo plazo puedan crecer. Sin embargo, también me parece que es limitada la posibilidad de que se modifiquen sustancialmente de manera inmediata. Porque los cambios profundos de las estructuras sociales y de poder suelen darse en períodos largos y siendo acompañados por cambios culturales trascendentes, también de larga duración. A mi juicio, lo más probable entonces, es que entre el corto y mediano plazo la concentración del poder y la desigualdad social se reduzcan, en lugar de aumentar o mantenerse iguales; es decir, que el poder se desconcentre lenta pero irreversiblemente y que la desigualdad social decrezca, convirtiéndose este decrecimiento en una tendencia socio-económica. Fundamento estas opiniones en el hecho de que el “Occidente” – el implantador del modelo que conduce a estas consecuencias – se encuentra, por primera vez en tres siglos, debilitado. Lo que significa, en primer término, que está seriamente cuestionado el tipo de sociedad que propone y, en segundo término, que su implementación práctica se encuentra fuertemente obstaculizada por nuevos y crecientes centros de poder mundial, ajenos a su trayectoria histórica. Centros que, en consecuencia, no solo no se subordinan a sus objetivos, sino que establecen relaciones y objetivos propios e independientes.

Consecuentemente, lo más probable es tanto la estructura mundial concentrada y desigual, como la civilización moderna que la impulsó, pierdan solidez y fuerza sin llegar a ser suplantadas por estructuras o principios civilizatorios nuevos. Salvo, claro está, que nuestra Tierra en Florecimiento americana o Abya Yala, sea capaz de establecer los principios básicos de una nueva civilización; y empiece a jugar, en tanto nuevo bloque de poder mundial, un papel como actor protagónico del mundo futuro. Tema que desarrollaremos en las próximas notas.

Lic. Carlos A. Wilkinson

(1) LA AGONÍA CIVILIZATORIA II https://chevosquiensos.wordpress.com Mayo 2020

(2) LA AGONÍA CIVILIZATORIA I https://chevosquiensos.wordpress.com Abril 2020

EN MEDIO DE UN MUNDO CAMBIANTE

Si bien los cambios son una característica del mundo en general y de la humanidad en particular, hay dos tipos distintos de procesos de cambio: los que se desarrollan dentro de una estructura procesual reiterada, sin alterarla, y los que transforman dichas estructuras, generando otras nuevas. Un ejemplo sencillo del primer tipo es el crecimiento de las plantas; un proceso de cambio que va de la semilla a la plenitud y posterior desintegración recorriendo siempre el mismo circuito de etapas sucesivas. Un ejemplo del segundo tipo, es el actual calentamiento global en el cual se modifican parámetros estructurales básicos del sistema climático mundial, alterando además una cantidad innumerable de estructuras y procesos en los más diversos aspectos de la vida planetaria.

La humanidad como tal está viviendo actualmente un proceso de cambio de este último tipo; es decir, una transformación profunda, en la que diversos procesos y estructuras centrales se están modificando sustancialmente, sin poder preverse con seguridad adonde pueden llegar a desembocar. De allí la sensación de incertidumbre que experimenta hoy toda la humanidad. Ahora bien ¿cuales son estos procesos y estructuras centrales que están modificándose profundamente?

Las primeras estructuras que se están debilitando a tal punto que resulta imposible un retorno a sus características originales, son los Estados-Nación. A nivel práctico, este proceso de debilitamiento se debe al surgimiento de fuerzas y organizaciones transnacionales, con gran poder para tomar decisiones por sobre las soberanías territoriales nacionales, tales como las empresas multinacionales, el sistema financiero, ongs, etc. Por su parte, a nivel institucional y organizativo, se debe al acuerdo Reagan-Thatcher para sustituir el Estado de Bienestar por un Estado funcional al aumento de la rentabilidad del capital, limitando las regulaciones, intervenciones y controles del Estado sobre las actividades económicas y expandiendo mundialmente el neoliberalismo.

El segundo proceso de cambio trascendental que estamos viviendo es la globalización, consistente inicialmente en la generación de productos que traspasan barreras aduaneras y culturales, haciéndose mundiales. Esta globalización productiva, fue acompañada por la globalización financiera y de la mano de obra; no tanto por la movilidad de los recursos dinerarios y humanos a un centro productivo, sino por la descentralización de la producción hacia países con mejores rendimientos financieros y mano de obra más barata. Se generó de esa forma una reestructuración total y profunda de la economía mundial, denominada globalización.

Un tercer proceso de cambio significativo, es el desarrollo exponencial del sector electrónico informático – sobre todo a partir de los microprocesadores – tanto en su base material (hardware) como virtual (software); gestando, por primera vez en la historia, máquinas que no reemplazan la fuerza corporal humana, sino algunos de sus procesos mentales claves. El hecho de que sus productos y funciones se hayan incorporado a casi todas las actividades productivas, comerciales, comunicacionales, administrativas, gubernamentales y a gran parte de las acciones de la vida cotidiana de los ciudadanos, transformó en mayor o menor medida muchas formas de actuar, pensar y sentir de la humanidad.

Asociándose con los dos procesos anteriores, cobró especial intensidad el desarrollo de los servicios en general y de los servicios financieros en particular. Estos terminaron desembocando en un sistema financiero especulativo, en gran medida oculto e independiente de los procesos productivos, constituyéndose en el cuarto proceso de cambio mundial relevante. El nuevo sistema financiero se fundó en la expansión de una banca en las sombras completamente desregulada y en la implantación de paraísos o, más propiamente, guaridas fiscales. Ambas partes del sistema extraen enormes recursos de la producción, el consumo y la gobernanza con fines políticos y sociales, evadiéndolos del control público y dedicándolos a obtener rentabilidad y beneficios a partir de la pura especulación financiera.

Paralelamente, y como efecto también de los procesos de globalización y desarrollo electrónico informático, varios países y áreas no centrales del mundo generaron poderosos desarrollos industriales y multiplicaron el consumo de sus clases medias, de manera que adquirieron una gran y creciente relevancia económica y social; constituyendo el quinto proceso de cambio relevante. China, India, Brasil, varios países latinoamericanos, así como del sudeste asiático y algunos africanos, comenzaron a jugar un papel en el acontecer económico y social, mundial, hasta entonces inexistente. Este cambio geoeconómico hizo que el peso económico mundial pasara de la zona noratlántica a la del indopacífico, lo que se tradujo rápidamente, a su vez, en una transformación geopolítica de magnitud, haciendo que el “mundo occidental” empezara a declinar su influencia dominante, mientras otros grandes países o alianzas regionales comenzaran a aumentar la suya.

A consecuencia de estos cinco procesos de cambio, surge la última y sexta transformación mundial significativa, derivada del hecho de que las organizaciones internacionales fundadas en los Estados Nación – tales como la ONU – no guardan correspondencia alguna con las estructuras de poder trasnacional dominantes. De hecho, organizaciones de distinto tipo y magnitud, como ciertas empresas multinacionales, el Grupo de los Siete, diferentes fondos de inversión mundiales, el BRICS, alianzas y subordinaciones militares o armadas mas o menos permanentes, carteles narcotraficantes, etc., están tomando decisiones que ignoran o contradicen las de las organizaciones inter-nacionales formales. De esta forma, no solo las relaciones interplanetarias se encuentren en un proceso de complejización y anarquización crecientes sino que, a la vez, la desigualdad social y la destrucción del medio ambiente natural se incrementan sin ningún tipo de limitación o control más o menos organizado.

La lucha entre el libre juego especulativo del “dinero negro organizado y concentrado”, por un lado, y el desarrollo de una economía mundial productiva con crédito y empleo, por el otro, parece configurar el escenario mundial inmediato, significando vías alternativas y contradictorias de desarrollo. La primera, hegemonizada políticamente por EEUU, sustentada en el neoliberalismo y activada por el sistema financiero especulativo, está firmemente implantada, aunque parece estar comenzando a declinar. La segunda, con dos variantes. La primera de ellas, impulsada por China y Rusia, con organizaciones superestatales sustentadas en desarrollos científico técnicos productivos y militares crecientes y en ascenso, está compitiendo fuertemente por el comercio y el poder mundial contra la alternativa “occidental”. La segunda, con base en América Latina, apuntando a un sistema interior más participativo y mundial más integrador y priorizando los derechos humanos y sociales por sobre la rentabilidad financiera especulativa, se encuentra en gestación y crecimiento. El desenvolvimiento de la confrontación entre estos diversos caminos, afectará no solo la estructura geopolítica del poder mundial en el corto plazo, sino que determinará un cambio más o menos profundo en la civilización humana, a mediano y largo plazo.

Lic. Carlos A. Wilkinson