¿Buenos Aires Ciudad? ¿Qué es eso?

Que el nombre propio de una persona o entidad social tiene que ver con su identidad, es algo que la búsqueda de nietos desaparecidos realizada por las Abuelas de Plaza de Mayo, ha puesto dramáticamente de manifiesto.

En efecto, muchos de ellos a pesar de ser llamados con un determinado nombre durante más de veinte años, decidieron adoptar el nombre que le habían puesto sus padres, apenas recuperaron su identidad real.

Esto es así porque el nombre propio expresa socialmente la identidad personal, delimitando y a la vez vinculando de determinada forma y no de otra, el yo con los otros. De manera que cuando rechazan su nombre anterior y eligen el familiar, en realidad lo que están haciendo es redefinir la delimitación y los vínculos de ellos consigo mismo y con los otros; están redefiniendo su identidad.

La vinculación entre nombre e identidad es conocida por la humanidad desde hace mucho tiempo. Cuando se esclavizaba a una persona habitualmente se le cambiaba el nombre. Porque la aceptación por parte del cautivo de ese nuevo nombre, significaba el abandono de su identidad como hombre libre, para admitir su nueva identidad esclavizada. En la interesante serie que relata la historia de varias generaciones de una familia afroamericana en Estados Unidos, se puede ver con claridad como el nuevo “amo” del africano llamado Kunta Kinte, recientemente transportado a América y vendido, lo somete al látigo durante una larga e interminable sesión hasta que acepta llamarse “Toby”. La fuerte identidad del africano y su negación a abandonarla, lo lleva al borde de la muerte por flagelación.

(ver Kunta Kinte Whats your name  www.youtube.com/watch?v=FMPFQo5V-lA).

Con estos antecedentes sobre la vinculación entre el mantenimiento del nomLogo Ciudad BsAsbre propio y la identidad, sería bueno que los porteños nos preguntáramos cómo aceptamos tan fácilmente y sin casi mostrar rechazo alguno, el cambio de nombre de “Ciudad de Buenos Aires” por el de “Buenos Aires Ciudad”.

Más aún cuando implica una aceptación de ser nombrados con una estructura lingüística que no es ni siquiera la de nuestro propio idioma. En el idioma inglés la Ciudad de Londres se llama London City porque ellos construyen sus frases de esta forma; al revés que nosotros. ¿Cómo reaccionarían los londinenses si sus gobernantes pretendiesen cambiar el nombre de London City por City of London? Imaginémoslo.

¿Los gobernantes están tan alejados de nuestra identidad que pretenden cambiarnos el nombre? o  ¿es tan débil nuestra identidad porteña como para aceptar que nos lo cambien sin reaccionar y casi sin darnos cuenta? Parece que ambas cosas. Y esto es grave. Da para pensar sobre nuestra propia identidad.