IDENTIDAD COMÚN POCO CLARA Y NO APRECIADA

A pesar de estar formada por países autónomos y hasta aislados a lo largo de dos siglos, la conciencia de tener una identidad común, ha ido creciendo y consolidándose en Abya Yala durante los últimos decenios. Tendencia que se incrementará durante los tiempos por venir, a medida que se intensifique la comunicación entre nuestros pueblos y que las circunstancias geopolíticas mundiales continúen incitándola a unirse.

Sin embargo, el hecho de tener conciencia de nuestra identidad común, no significa que tengamos claro en qué consiste esa identidad y mucho menos entraña que la apreciemos. Como decía en una nota anterior (1) en Abya Yala no contamos con ese “american way of life” que define y valora positivamente lo esencial de la identidad común estadounidense.

Ahora bien, el hecho de no tener una identificación precisa y clara del modo de vivir, no significa que no se tenga una manera de ser común, original y netamente distinta a la de otras sociedades. Significa, sencillamente, que no se han identificado ni sintetizado conceptualmente los elementos esenciales que definen ese modo de vivir. E implica, a su vez, que no se la ha podido apreciar debidamente, por no conocerse con claridad cuales son sus características definitorias.

Consecuentemente, con el fin de consolidar y fortalecer la propia cultura, se impone identificar los elementos que constituyen la esencia de nuestra forma “abyayalica” de sentir, pensar y actuar en el mundo. Para empezar a hacerlo, nada mejor que destacar aquellos hechos que incidieron de manera determinante en la formación de nuestra comunidad regional.

En tal sentido, el primer hecho significativo, es que su base humana se constituyó reuniendo tres grandes poblaciones cultural y socialmente muy diferentes entre sí: los pueblos originarios con su propia y heterogénea pluralidad, los dos pueblos ibéricos invasores y los múltiples pueblos africanos trasplantados. Estos tres núcleos poblacionales fueron muy numerosos, de manera que la diversidad poblacional resultante fue de una dimensión numéricamente inexistente en otro lugar del planeta; es decir, no existe otra sociedad mundial que en su composición poblacional de origen, haya tenido una multiplicidad sociocultural cuantitativamente comparable a la nuestra. De ahí que Abya Yala, la “Tierra en Florecimiento” americana, se haya constituido, desde su origen, como una sociedad culturalmente múltiple. Lo que no es un hecho menor porque, como veremos más adelante, este hecho será la causa profunda de algunas características claves de su identidad.

El segundo acontecimiento significativo, es que la unificación de dichas poblaciones, gestando una sociedad nueva, se produjo hace sólo quinientos años, otorgándole a la misma una juventud de la que carece la mayoría de las sociedades del resto del mundo. Lo que significa, como señaláramos en una nota anterior (2): “por un lado, que no posee, como conjunto social, tradiciones que la aten a formas de pensar, sentir y actuar arraigadas en y por prácticas milenarias; … por otro lado…que al ser una sociedad joven, tiene casi la determinación biológico-social de generar maneras de pensar, sentir y actuar propias”. Lo cual, constituye otra característica que también tiene consecuencias directas sobre nuestro perfil identitario.

El tercer hecho importante en la constitución de nuestra sociedad subcontinental es el mestizaje, es decir, la cruza o mezcla de elementos provenientes de poblaciones y culturas diferentes. En efecto, la coexistencia durante algo más de cinco siglos de pueblos y formas de sentir, pensar y actuar colectivas diversas, generó distintos procesos combinatorios y tuvo diferentes resultados. O bien se fortaleció un pueblo o una forma de vivir, a costa de la desaparición del otro/a; lo que sucedió en varios casos a favor del pueblo y las formas de vida ibéricas, a costa de los originarios y africanos. O bien se mantuvieron ambos/as, sea equilibradamente, sea que haya habido una parte dominante y otra resistente, apegada fuertemente a los suyo; lo que sucedió en muchísimos casos. O bien, por último, se gestó un nuevo pueblo o una nueva forma de sentir, pensar o actuar, conjugando o integrando elementos de las partes intervinientes; lo que sucedió en la inmensa mayoría de los casos, especialmente en la ciudades, sobre todo a medida que fueron creciendo y avanzando en su historia urbana común. De manera que cuando hablamos de mestizaje, nos estamos refiriendo al resultado sociocultural de un grandioso y multidimensional proceso de conjugación entre pueblos y maneras de vivir diversas. Lo cual, obviamente, detenta una importancia mayúscula en la formación de nuestra identidad común.

Teniendo como base estos tres hechos constitutivos, nuestra “Tierra en Florecimiento” americana o Abya Yala fue generando, a través de diferentes procesos, sus propias maneras colectivas de sentir, pensar y actuar en el mundo, o sea su identidad común y original. En las próximas notas iremos exponiendo algunos de estos procesos y las maneras de ser colectivas que produjeron.

Lic. Carlos A. Wilkinson

(1)“CULTURA Y PODER EN ABYA YALA” – Junio 2023 –

https://chevosquiensos.wordpress.com

(2)“CARACTERÍSTICAS PROPIAS DE NUESTRA ABYA YALA I” – Mayo 2022 – https://chevosquiensos.wordpress.com

CULTURA Y PODER EN ABYA YALA

En la nota anterior dijimos que para evitar que Abya Yala se convierta en un libre campo de batalla de la actual guerra mundial, debía afirmarse como entidad cultural autóctona y organizarse como bloque de poder mundial independiente.

La necesidad de avanzar por estos caminos obedece a que la dispersión en países autónomos y separados – como ha sucedido hasta la fecha – facilita que cada uno y todos ellos sean dominados y dirigidos por entidades mundiales poderosas. Más aún si dichas entidades están enfrentadas, persiguiendo objetivos opuestos sobre nuestro territorio. La vieja frase “unidos o dominados” resulta, en estas circunstancias, una verdad incuestionable. Imaginemos por un momento el grado de sometimiento y destrucción que pueden provocar las fuerzas de E.E.U.U. y Europa, por un lado, y China y Rusia por el otro, luchando en nuestro subcontinente sin obstáculos de peso que se le opongan. Para evitar esta devastación y dominio, resulta imprescindible la unión de nuestros países.

Ahora bien, la unión de las naciones de la “Tierra en Florecimiento” americana o Abya Yala es compleja, ya que no se cimienta en un solo factor. Está fundada, además de en una geografía común, en la existencia de una historia compartida, de una población similar, de un lenguaje prácticamente igual y de un complejo de instituciones e intereses geopolíticos y geoeconómicos coincidentes. A lo que debemos agregar, además, el hecho de ser la más populosa de las pocas sociedades completamente nuevas y jóvenes del planeta (1). De manera que convertir la unidad de Abya Yala en una realidad sólida e inamovible, implica construirla a partir de la consideración y el desarrollo articulado de todos esos factores.

Para hacer lo cual resulta necesario afirmarse como entidad cultural autóctona y organizarse como bloque de poder mundial independiente, tal como dijimos arriba. Esto es así, porque la cultura y la estructura política, constituyen los dos elementos claves en torno a los cuales se forma y mantiene unida toda sociedad. Veamos esto con más detalle.

Si entendemos la cultura como el conjunto de maneras colectivas de pensar sentir y actuar que tiene una sociedad, y la estructura política como la organización del ejercicio del poder en la misma, resulta claro que ambos elementos constituyen los ejes en torno a los cuales giran todas las actividades de dicha sociedad. Porque cualquier actividad societal o colectiva está compuesta, tanto de modos compartidos de ver la realidad, cuanto de decisiones conjuntas tomadas por los participantes de las mismas; es decir, está constituida, fundamental y necesariamente, por elementos culturales y por acciones políticas o de poder.

Por su parte, ambos elementos – la cultura y la política – se influyen entre sí, sosteniendo una relación mutuamente condicionante.

En efecto, si bien el ejercicio del poder tiene un grado importante de autonomía en la toma de decisiones y en la implementación de la mismas, no cabe duda que dicho ejercicio se mueve en un marco de maneras colectivas de pensar sentir y actuar, que lo condicionan fuertemente. De manera que la orientación o dirección adoptada por una sociedad y los pasos concretos a través de los cuales avanza en dicho itinerario, se definen en su estructura política, pero su cultura establece el marco dentro del cual esas definiciones se toman.

De igual forma, si bien las maneras colectivas comunes de pensar, sentir y actuar que posee una sociedad, son el resultado de un conjunto de causas – entre las cuales el desenvolvimiento histórico de la misma no es la menor – no cabe duda que quienes ejercen el poder en ella, tienen un peso importante en su mantenimiento o modificación. De manera tal que las características culturales de una sociedad, más allá de estar determinadas por un complejo de factores voluntarios e involuntarios sumamente complejos, no dejan de estar sostenidas y hasta eventualmente transformadas por los grupos que ejercen el poder en ella.

Consecuentemente, cualquier intento serio de afirmar Abya Yala frente al mundo en general y a los contendientes de esta guerra en particular, exige trabajar profundamente sobre sus maneras colectivas de pensar sentir y actuar, así como sobre la organización del ejercicio de su poder. Lo que adquiere, en el caso de nuestro subcontinente, una relevancia más significativa que en otras sociedades, porque ni su cultura está plenamente definida, ni su organización política está consolidada.

Cuando decimos que su cultura no está plenamente definida, nos estamos refiriendo al hecho de que, a pesar de contar con un conjunto de maneras de pensar sentir y actuar colectivas comunes y originales – producto de la mezcla de componentes indígenas, ibéricos y africanos a lo largo de cinco siglos (1) – no cuenta con un perfil claramente determinado y explicitado sobre sus características. No tenemos un “american way of life” tan definido y afirmado como el norteamericano para nuestra forma de vivir, a pesar de ser la nuestra tan o más clara que la de Estados Unidos. Peor todavía. En nuestro caso, hay sectores que consideran nuestra cultura como una simple extensión de la cultura “occidental”, mientras otros la asimilan a la de los pueblos originarios. Lo que significa en ambos casos, la no aceptación del producto de la convivencia multisecular de nuestros pueblos, como una manera propia, original y autóctona de encarar la vida en común. De allí que haya que realizar un esfuerzo específico para identificar, sintetizar y exponer las características mas importantes de nuestras maneras de pensar, sentir y actuar colectivas.

Cuando decimos, por otra parte, que su organización política no está consolidada, estamos afirmando algo obvio: Abya Yala no cuenta con una institución política regional que encuadre y coordine el ejercicio del poder en el subcontinente. Mas allá de los intentos realizados para lograrla – como el UNASUR – y considerando los esfuerzos hechos por grupos de poder internos y externos, para evitarla.

La realidad de nuestra “Tierra en Florecimiento” en ambos elementos, se traduce en la imperiosa necesidad de definir convincente e irrebatiblemente nuestro propio perfil cultural, por un lado, y de elaborar una sólida institucionalidad política regional, por el otro.

Lic. Carlos A. Wilkinson

(1) CARACTERÍSTICAS PROPIAS DE NUESTRA ABYA YALA I – Mayo 2022 – https//chevosquiensos.wordpress.com