APORTES A UNA NUEVA CIVILIZACIÓN III

En la nota anterior decíamos que el posicionamiento existencial de nuestros pueblos originarios, consistía en un estar en la tierra. Sin embargo, para completar la descripción de su postura vital, hace falta tener en cuenta algunos componentes más.

Porque otro rasgo que llama inmediatamente la atención cuando se conoce su forma de vivir, es la sólida y omnipresente conciencia del “nosotros” en los pueblos originarios. A tal punto que, para ellos, imaginar o pensar un individuo fuera de ese nosotros, sea la tribu, la comunidad, el ayllu, o como se llame el conjunto social de pertenencia inmediata, les resulta absolutamente impensable.

Este rasgo no es un hecho menor, porque significa que se conciben a sí mismos como partes indisociables del ámbito social que los genera, mantiene, potencia, proyecta y trasciende. Resulta muy difícil entender y, sobre todo experimentar, para quienes estamos muy influenciados por la civilización individualista moderna, el significado que este sentirse “nosotros” tiene. Pero es fundamental comprenderlo, porque marca una diferencia sustancial respecto a la cultura moderna, actualmente dominante. Al igual que no conciben a las cosas con las que conviven como objetos independientes (1) mucho menos se piensan a ellos mismos como seres independientes de los otros integrantes de la comunidad. Experimentan la identidad colectiva que los contiene, como formando parte indivisible e inseparable de su identidad individual. Esto implica, por ejemplo, que les resulta incomprensible cualquier conducta o norma que, en función del interés individual, desconozca o se oponga al interés común; no porque nieguen el interés individual, sino porque, simplemente, les resulta inadmisible un interés individual que no integre el interés común, dado que el primero es parte del segundo.

De manera que si queremos acercarnos un poco más a la postura existencial indígena americana, podríamos agregarle al estar en la tierra, esta conciencia de pertenencia irrenunciable a un conjunto humano, para desembocar en un “nosotros estamos en la tierra”. Afirmación que expresa la arquitectura espiritual originaria, desde el cual enfrentan la vida.

Sin embargo esta conciencia del nosotros, tan fuerte, va un paso más allá todavía. Porque tampoco entienden a ese nosotros humano, desvinculado de la comunidad de seres vivos que habitan esa tierra donde están; considerando seres vivos a todos los seres existentes, no solo a los animales y vegetales. Es decir, la conciencia de configurar un nosotros humano, se amplía y extiende a la conciencia de ser parte de una comunidad integrada por todos los seres existentes que están en la tierra. La convicción de integrar esa comunidad de seres existentes, constituye uno de los elementos mas originales y poderosos de la postura existencial de nuestros pueblos originarios. Es, además, una creencia y sentimiento que se encuentra prácticamente ausente de la cultura europea en general, y absolutamente ausente de las creencias y sensaciones de la civilización moderna en particular.

Para esta postura, todos esos seres existentes que están en la tierra, incluidos los seres humanos, se encuentran, además, indefectible e ineludiblemente relacionados entre sí; no existen independientes unos de otros. Más aún, son justamente las relaciones entre ellos – y muy especialmente las múltiples relaciones complementarias entre contrarios – las que generan y sostienen la continuidad de la existencia y la vida. De allí que se orienten permanente y fundamentalmente a cuidar, preservar, fortalecer y restablecer la armonía y el equilibrio en estas relaciones entre partes.

En síntesis, el indígena americano se concibe y experimenta a sí mismo estando en la tierra, como parte indisoluble de la comunidad a la que pertenece y a ésta de la totalidad de seres existentes, con quienes se encuentra estrecha y esencialmente vinculado, a través de un conjunto de relaciones cuya armonía y equilibrio hay que mantener. Para él es inconcebible e impracticable un individuo separado de su comunidad y de la naturaleza, a la que debe “explotar”, como plantea la civilización moderna.

Como iremos viendo en notas posteriores, estas maneras diferentes de pensar, sentir y actuar y otras, constituyen la base de configuraciones y construcciones de mundos completa y radicalmente distintos.

Lic. Carlos A. Wilkinson

(1) APORTES A UNA NUEVA CIVILIZACIÓN II https://chevosquiensos.wordpress.com